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POV. Matt Brown.

—Cariño— beso su frente con dulzura— ¿Quieres ir de compras...? Creo que me he quedado sin alimentos— interrumpí riendo.

Asintió— Claro que si, no quiero tener hambre— sonríe con diversión.

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—Oh— murmura, giro mi rostro con confusión.

—¿Qué?— fruncí el ceño con enfado— Mira quién está aquí.

—¡Michael!— grita llamando nuestra atención.

—No puedo creerlo— responde Mich mirándome.

—¡Hola!— grita nuevamente con entusiasmo.

—Lo que me faltaba— murmuro irritado observándolo caminar hacía nuestra dirección.

—¿Marcos?— pregunta frunciendo su ceño al notar su presencia frente a ella—¿Qué haces aquí?

—Oh... estaba dando un pequeño paseo y justo te encuentro aquí ¡que casualidad!— ríe.

—Creo que si- responde carraspeando.

Su mirada se encuentra con la mía y la sonrisa desaparece de su rostro.

-¿Qué haces con él?— pregunta con brusquedad.

—Buenas tardes, mi nombre es Matt— sonrío con sarcasmo.

—Marcos, su amigo— resalta las últimas dos palabras como si ella le perteneciera.

—Matt, su novio— lo imito, pero al contrario de él, mi voz se escucha con orgullo.

—No te he preguntado— interrumpe con enfado.

—Y yo tampoco.

—Como sea- rueda sus ojos ignorándome— ¿Estarás en el bar esta noche?

—No, tengo algunos días de vacaciones— responde.

—Oh es una lastima... disfrutaba verte.

Baboso.

—Bueno— ríe con nerviosismo— Debemos continuar.

—¡No! Espera... ¿Puedes darme tu número? Así quizás podamos salir algún día.

¿Qué...?

—No creo que sea lo adecuado, Marcos. Hemos pasado por esta situación y a acabado terrible.

—Ésta vez no sucederá, sabes lo que siento por ti— imbécil.

—Eres un amigo para mi, debes comprender.

—No quiero, me rehúso a hacerlo.

—Y la cucaracha jamás se va— interrumpo con cansado de su terquedad.

—¿A quién le dices cucaracha?

—¿A quién más que tú?—le pregunto con obviedad.

—¡No soy un bicho!

—¡Ilumíname! Quizás te ayude a revivir tus neuronas.

—¡No puedo creer que estés con este payaso!

—El payaso comienza a aburrirse de escucharte hablar— respondo.

—Matt...— susurra Michael a mi lado en forma de advertencia.

—¡Eres un idiota!— chilla el sujeto con ímpetu.

—Me parece que el idiota aquí eres tú— musito observándolo— ¿Sabes por qué?

—¿Por qué?

—Porque no eres capaz de admitir que una chica no se fijará jamás en ti porque ¡no le interesas! Y te aterra el hecho de que te rechace.

—Estás demente— ríe.

—Hablo la momia— respondo.

—¿¡Qué! ? ¿Me comparas con una momia?

—Si porque eres tan feo que cuando te ven se asustan.

—¿Eso te parece gracioso?— gruñe.

—Además de tu cara... si.

—¡Basta! Es que acaso no pueden parar un segundo, joder— interrumpe con irritación Michael.

—¡Cállate!— le grita el idiota.

—¡Tú no le hables de esa manera, cabeza de globo terráqueo!

—¡Deja de insultar! ¿Acaso no sabes hablar civilizadamente?

—Más educación que tú debí de tener.

—Tu presencia demuestra lo contrario.

—Una calavera tiene mejor aspecto que tú— gruño contraatacando.

—Dos niños... ¡Dos niños! Eso es lo que ambos son— vuelve a interrumpir molesta.

—Es porque a tu querido novio— responde con ironía— no tiene las suficientes agallas para decirme las cosas en el rostro.

—¿Y en dónde te lo estoy diciendo? ¿¡En tu trasero!?— replico— Bueno... no hay mucha diferencia.

—No tienes los...— interrumpo

—Me parece que los que tiene un niño son más grandes que los que tienes tú— río imaginando lo que diría.

—¿Quieres saber realmente lo que tengo grande?

—La idiotez.

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