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La pelinegra no dudó en salir, para evitar quedarse a solas con la rubia, que al parecer le incomodaba su presencia.

Bajó y se sentó cómodamente en el living, mientras pensaba en qué hacer para matar el tiempo.

De pronto, sonó el timbre, llamando su atención. Al ver que la señora Park estaba en el patio trasero, fue ella a abrir la puerta, encontrándose con un chico muy guapo. Sabía quién era, por supuesto. Ella sabía quién era cada persona del puto planeta.

- Hola.– Saludó nervioso el chico.– S-soy Michel, un amigo de Rosé...Yo...Vine a ver si estaba bien...Quise pasar a saludar.

- Voy a preguntar si puedes pasar, Michel.– Contestó, antes de cerrarle la puerta en la cara, y dirigirse al patio trasero.– Señora Park, un chico que dice ser amigo de Rosé está en la puerta, y quiere ver a Rosé.– Le comentó. La señora la miró sonriente y asintió.

- Dile que pase.– Jisoo hizo caso y fue nuevamente a la puerta, abriendola y encontrando al chico.

- Pasa.– Fue lo único que dijo, antes de guiarlo hasta la habitación de Rosé.

Tocó la puerta tres veces.

- ¡P-pase!.– Respondió nerviosa.

- H-hola, Rosé, soy Michel...He venido a verte, ya que te he extrañado...– Le sonrió.

- Y-yo también te he extrañado.– Respondió sonrojada.

La pelinegra se sentía muy incómoda, y un poco molesta por los sonrojos y miradas que se lanzaban los dos. Le asqueaba el solo pensar en que de seguro quisieran besarse.

- Yo me largo.– Dijo, antes de salir de la habitación sin esperar respuesta.

- ¿Ella es tu amiga?.– Preguntó el chico, viendo como la puerta yacía cerrada motivo del portazo que sin querer lanzó la pelinegra antes de irse.

- S-si...– Respondió sin más, quedando desconcertada por la actitud de la morena.

- Oye, Rosé...– Habló el chico, llamando la atención de la rubia.– Quería decirte algo...Yo me voy a mudar...Muy lejos, y no quería irme sin antes decirte algo muy importante...

- C-claro, dime.– Aquella noticia le pegó como patada en el estómago.

- T-tú...Me gustas...Me gustas mucho, y...Y lamento no haberlo dicho antes...– Le digo, con valentía.– No planeo que correspondas, ni nada por el estílo, yo solo...Quería que lo supieras...

- Tú también me gustas.– Y por primera vez lo dijo sin titubear.

- ¿Enserio?. Digo, pensé que me odiabas.– Se sorprendió el chico.

- ¿Odiarte?. ¡No, jamás lo haría!.– Se alteró un poquito.

El chico rió de manera tímida, y se sentó a un lado de ella. Le acarició el cabello, y apreció sus lindos ojos. Rosé era ciertamente hermosa...

Comenzó a acercarse, y preparándose para el beso que tanto anhelaba.

- ¡Me olvidé de algo!.– La interrupción de la morena hizo que ambos se separaran, sonrojados.

- Y-yo creo que mejor me voy.– Dijo el chico, totalmente tímido.

- Si, es mejor.– Dijo la pelinegra.– Ya conoces la salida, amigo.– Le sonrió, provocando que el chico se asustara y asintiera, antes de salir sin dar mirada hacia atrás.

- ¡¿Q-qué has hecho?!.– Gritó la rubia, evidentemente fastidiada.

- Te dije que se me olvidó algo.– Dijo la pelinegra, encogiendo sus hombros, totalmente despreocupada.

- Por fin iba a besarlo...– Susurró la rubia.

- ¿Eso es lo que quieres?. ¿Un simple beso?.– Se burló la pelinegra, logrando sacar un gran sonrojo de la rubia, quien la miraba con el ceño fruncido.

- Un beso es algo maravilloso.– Se excusó.

- Bien, lo comprobaré.– Y sin más, posó sus labios contra los de la rubia, haciendo que ésta se quede estática por la repentina acción de su contraria. Es más, ni siquiera sabía por qué le agradaba tanto la sensación...

Ángel de la muerte.- Chaesoo [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora