Vingt quatre

639 55 17
                                    


Todo se sentía especialmente diferente, esa sensación que no la había abandonado desde que bajó del avión. El aire, el sentimiento, todo era tan diferente a como lo recordaba.
Soltó un suspiro viendo con admiración aquel jardín iluminado por el sol del amanecer. Lo extrañaba, lo había extrañado y no se había dado cuenta de ello hasta ese momento.

La madriguera, que era la casa de sus abuelos, y centro de reuniones familiares desde que ella tenía uso de razón, se caracterizaba por ser la mayoría del tiempo, ruidosa, increíblemente acogedora y siempre llena de personas. Pero Rose sabía que no siempre era así, había una hora del día donde la madriguera era especialmente relajante y bella. Al amanecer.

Desde que ella era una chiquilla de once años, y sus padres la dejaban dormir ahí con sus otros primos, se levantaba primero que todos, y simplemente se sentaba en la mesa de la cocina o se quedaba parada en el umbral de la puerta trasera, viendo el jardín, o el enorme roble que había sido presente de cada una de las travesuras de los pequeños Weasley.

No recordaba lo en paz que podía llegar a sentirse al estar de nuevo ahí.

-¿Quieres un pañuelo? -La voz de James llegó a sus oídos, el muchacho estaba detrás de ella, tenía un pijama de cuadros y no traía camiseta puesta, su cabello estaba despeinado, como siempre. Rose frunció el ceño.

-¿Qué? -jadeó, confusa. James se acercó a ella y le abrió la mano, poniendo en su palma un pañuelo blanco.

-Estás llorando, Rosie. -Ella se llevó los dedos a la mejilla húmeda.

-No me di cuenta... -volvió a jadear, con tanta sinceridad, que James sintió ganas de abrazarla ahí mismo y no soltarla.
Ella se rio, pero seguía llorando, soltaba pequeños sollozos con una sonrisa. James se quedo ahí, tomándola de la mano, impresionado porque nunca había visto en su vida a aquella chica, era como si por primera vez, viera a esa Rose tan vulnerable.

-Lo siento... -lloró, llevándose la mano a los ojos e intentando cubrirse, él no la dejó. -, no lo sabía... yo, no me di cuenta que estaba llorando. ¿Quién hace eso? Llorar sin saberlo...

-Ven aquí. -La interrumpió, obligándola a acurrucarse en su pecho, aunque ella no puso mucha resistencia, en cambio ahogó su llanto en el pecho de su primo.

-No sé qué estoy haciendo.. -dijo Rose, una vez terminó de llorar, ya estaba sentada en la mesa, James estaba inclinado en la cocina haciendo un chocolate caliente.

-¿Te refieres a tu vida en general? -inquirió, dejando la taza frente a ella, sentándose a su lado. Rose asintió mientras soplaba la bebida.

-Es que... hice algo, lo que yo creía que era lo correcto, pero sabía que me lastimaría como el demonio hacerlo, y aún así lo hice...

-Y ahora te arrepientes. -terminó de decir por ella, Rose asintió. -¿Hablas de Malfoy?... No es que me crea los chismes, pero dicen que terminaron... -Rose pasó su dedo por el borde de la taza, asintió al mismo tiempo que se chupaba el chocolate del dedo.

-Yo... digamos que... -soltó un suspiro, alzando la mirada hacia él -, yo sé que él aún no la supera, a Lea, que la sigue queriendo. -sonrió con tristeza. -Asi que lo deje ir, y eso duele. -La mano de James se puso sobre la suya.

-Lo lamento...

-No, está bien... No podía retenerlo conmigo, ¿verdad? -negó con la cabeza. -Era lo correcto.

-¿Por qué saliste con él si ya sabías que aún quería a Lea?

Rose estuvo a dos de engañarlo también, y contar la historia que le decía todo el mundo, su gran historia falsa de amor.
Pero llegados a ese punto, no podía mentirle así, al fin de cuentas, James ya la había visto en forma mas patética.

FLICKER  | SCOROSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora