|Capitulo trece|

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Desconocido.

El bullicio de los corredores entre clases iba cada vez más en aumento; Evanna había notado que después de la tercera clase —Cuando tenían una hora para ir a alimentarse— el cotilleo entre los alumnos incrementaba significativamente.

Mientras ella caminaba al gran comedor no pudo evitar escuchar las numerosas cosas que hablaban sobre Harry Potter. Claro que Evanna conocía la historia del niño que vivió, todo el mundo mágico sabia la leyenda del joven de la cicatriz. Le parecía muy extraño que todos a su alrededor solo mencionaran que Harry había entrado al torneo por llamar la atención, si bien no conocía al chico ella había visto la cara pálida del moreno al ser mencionado el día de la elección, para nada era un rostro de suficiencia o victoria. Se atrevía a pensar que el joven estaba aterrorizado. Pero no lo mencionaría, ya que si Madame Maxime se enterara de que apoyaba al chico de gafas la mandaría de regreso a Francia sin chistar, la semigiganta estaba furiosa.

Evanna caminaba apresurada al gran comedor, pues quería comer rápido y así tendría tiempo para investigar donde estaba el invernadero de la profesora Sprout, pues ahí tendría sus próximas dos horas de clase; no quería llegar tarde como un día anterior, donde por su mala orientación logro llegar diez minutos retrasada a la clase de Astronomia.

Tan absorta iba pensando en aquello que al dar la vuelta en uno de los pasillos se fue de lleno con un ligero cuerpo que caminaba en la dirección contraria, provocando que ambas cayeran al suelo sentadas.

La pelinegra apretó los ojos sintiendo el dolor agudo en la parte baja de su espalda.

—¡Porque no te fijas en el camino Phelps! —farfullo una voz muy conocida y entonces Evanna abrió los ojos, dándose cuenta que con quien había chocado era Fleur Delacour.

La rubia la miraba furiosa y completamente sonrojada, pues las miradas de todos en el corredor estaban sobre ellas.

—¡Lo siento! —fue lo único que atino a decir la pelinegra, que al igual que la semiveela estaba completamente abochornada.

Las risas no se hicieron esperar, mayormente del público femenino, pues los jóvenes por otro lado se habían apresurado a tomar a las de Beauxbatons por los brazos para ayudarlas a levantar.

Fleur se levantó rápido, recuperando el rostro de suficiencia que solía llevar siempre mientras se sacudía el uniforme. Un joven de Gryffindor le paso a la rubia su bolso y esta lo tomo de inmediato, sin siquiera míralo.

—No seas tan antipática Fleur. —exigió Evanna al ver que la rubia empezaba a alejarse sin siquiera agradecer, ignorándola olímpicamente.

Evanna bufo y sintió como el estómago se le contraía.

—Debió tener un mal día. —dijo el joven León encogiéndose de hombros.

—No, ella es así. Irradiar amabilidad no se le da aún. —mascullo la pelinegra y se giró a mirar al chico. Este aparentaba ser de tercer curso; era más bajito que ella, tenía el cabello rubio, ojos castaños y una sonrisa pulcra. A Evanna le pareció adorable, además de que llevaba una cámara colgada al cuello.

El joven rió divertido por el comentario de la pelinegra y enseguida le entrego su bolso también; Ella le sonrió amistosa.

Merci. —musito agradecida haciendo una ligera reverencia.

—¿Por... nada? —el rubio se rasco la nuca mirándola avergonzado.


Al llegar al gran comedor Evanna diviso rápidamente a su grupo de amigos charlando y devorando la comida frente a ellos, y con una sonrisa se acercó.

«The Drageblod I: TRAVESURA REALIZADA» |FRED WEASLEY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora