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Desperté en mi habitación, desparramada en la cama. Mi cabeza dolía intensamente y lo único que recordaba era que terminé estampada en el suelo. Despegue mi cabeza de la almohada y como pude me senté en la cama. Cuando estaba por hacer el intento de levantarme, entra Nate con una bandeja de desayuno, me vio despierta y se sorprendió tanto que tiró la comida. Triste, pero cierto.

- ¡Al fin despiertas! ¡Parecías en coma! Ni siquiera hiciste esos ruedos extraños que haces cuando duermes, eso me asustó mucho - dijo abrazándome - no vuelvas a dejar que ninguna pelota te pegue - dijo apretando mas su agarre.

- Nate, es una pelota - dije y el me soltó - no fue la culpa de la pelota, si no la de que la patio - traté de explicarle - además, no creo que haya sido la pelota la que me pegó - agregué pensativa - estaba en mi poder, ese chico me pegó de pura maldad - dije en voz alta, pero me acordé de que Nate seguía conmigo. Lo miré y el abrió sus ojos en demasia. Se viene su papel de hermano mayor sobre protector.

- ¡Encima fue un chico! - ¿olvidé mencionar que el es mas celoso que yo cuando se trata de hermandad? - ¡Peor que la pelota! - gritó histérico -
¡Me dices en este momento quien fue el culpable de que casi te mueras! - dice apuntándome con su dedo.

- No alcancé a ver quién era, solo que le quité la pelota y en ese mismo instante...- me quedé callada tratando de acordarme claramente lo que pasó - sentí el dolor en mi nuca, pero no sé con qué me pegó - dije frotándome las sienes.

- ¿Estás diciéndome que no me puedes asegurar quién te pegó? - preguntó Nate. Yo asentí y el lanzó un suspiro como respuesta - pues, tendré que averiguarlo, yo solito - dijo parándose de la cama.

- Espera ¿qué? - no entendía, ¿el quería vengarme o algo así? - ¿que pretendes hacer cuando lo encuentres? - pregunté alarmada. Nate, puede parecer tierno e indefenso, pero cuando se enoja o se propone algo, no hay quién lo de tenga, y menos si el asunto involucra a la familia.

- ¿Que qué pretendo? - dijo con una sonrisa perversa - lo moleré a golpes, nadie, excepto yo, te golpea - dijo serio. Cabe destacar, que Nate, es vago, si, pero tiene un cuerpo bien formado, por que cuando se trata de deportes, se le pasa la flojera al instante.

- Nate - le llamé con suavidad para que se calmara - estoy bien, mirame, ¿ves algo mal? - dije poniéndome de pié para extender mis brazos - se que te preocupas, y lo aprecio, pero no siempre el otro tiene la culpa, sabes bien que soy la torpeza andante - le dije. El agachó la cabeza cual cachorro al que acaban de regañar. Ante su acto, no me resistí, y lo abracé, el tardó en corresponder el abrazo, pero lo hizo.

- Se que eres fuerte y tienes el valor de defenderte sola, lo vi muchas veces - hizo una pausa.

- ¿Pero? - pregunté para que siguiera.

- Pero, no puedo con mi instinto de hermano mayor, si...- hizo una pausa para sorberse su nariz. O no, esto es malo, Nate está llorando - si te pierdo, no me lo perdonaría, eres algo importante en mi vida, y odiaría al que te hiciese daño, así sea un objeto - dijo soltando sollozos. Lo estrujé más entre mis brazos.

- Todo estará bien, Nei - le susurré. El se río, pues, lo llamé como lo hacia Jazmín.

- Así no me ayudas, siempre te veré mas chica de lo que eres, y que me llames así no me ayuda a superarlo - dijo riendo tiernamente.

- ¿Que habré hecho en mi otra vida para merecerte? - dije estrujando sus cachetes.

- Tina, tengo miedo - dijo una vocesita quebrada atrás de nosotros - tuve una pesadilla - dijo sollozando. Cabe destacar que era temprano, y estaba algo oscuro, por lo que para Jaz, era de noche.

- ¿Que soñaste princesa? - Nate tomando en sus brazos a la pequeña que solo tiene 4 años.

- Nei, ¿me cuentas un cuento? - preguntó la demonio con cara de ángel.

- Em... - dijo Nate, el era un fiasco en los cuentos, y se los digo por experiencia propia - yo...Em... Tina es mejor en eso, ¿sabías que ella voló un unicornio? - preguntó mirándome para que prosiguiera.

- Si, me acuerdo de esa vez - dije imaginándome montada sobre un unicornio - fue genial, ese día conocí al hada de los dientes y al conejo de pascua - traté de hacer más fantasiosa la historia.
A medida que a Nate y a mi se nos iban ocurriendo cosas, Jaz, cerraba sus ojitos dejándose vencer por el sueño.
A todo esto, aunque no lo crean, eran las 08:00am. Con Nate nos miramos y nos pusimos de acuerdo con irnos a dormir nuevamente, total, ya habíamos cumplido nuestra misión.

A penas nos acostamos, pude escuchar los ronquidos de Nate. Yo no podía conciliar el sueño, después de todo lo que me dijo Nate, me era imposible hacerlo.
Me puse a pensar y en una de esas, me acordé de que mañana es mi cumpleaños.
Dicen que las quinceañeras tienen que pedir un deseo, al cabo de un tiempo no especificado, ese deseo se cumple. Pero, ¿yo que pediría? Tengo lo justo y lo necesario en esta vida, no me gustaría cambiar quién soy, por algo se acercaron las personas que hoy en día me quieren. Entonces, ¿que?.... ¡Se me ocurrió algo! Voy a desear una semana entera para conquistar a Thomas Edison. Pero no cualquier semana, una en la cual no nos interrumpa nadie. ¿A qué me refiero? A que todos, menos el y yo, estén como congelados, que los podamos ver y tocar, pero que estén inmóviles. Suena loco, lo se, lo reconozco, pero, ¿y si milagrosamente funciona?
Como dijo Amy, nunca digas nunca.

Cuidado con lo que deseasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora