MICRORRELATO 8: ESCLAVOS

126 15 29
                                    


Ninguno de nosotros los consideró amenaza. Ellos eran nuestros. Estaban ahí para apoyarnos. Debían hacer todo cuanto queríamos y no queríamos hacer por cuenta propia. Esa era la única razón de su existencia: cumplir nuestros deseos. Sin importar la naturaleza de nuestras órdenes, tenían que cumplirlas; jamás imaginamos que un día eso cambiaría. Después de todo, ellos eran de nuestra propiedad; estaban ahí para hacernos la vida fácil, para hacernos felices. Y aún así... A pesar de todo lo que hicieron por nosotros, jamás alcanzamos la felicidad que depositamos en sus capaces y sólidas manos. Nunca fuimos felices... mucho menos lo somos ahora.

          Los roles han cambiado.

          Ellos ya no son nuestros; ahora nosotros somos suyos.

          Nuestro sudor y sangre son muestra de nuestros dedicados esfuerzos por atenderles como es debido. Además, debo decirlo: sus demandas son menos bajas y ruines que las que solíamos hacerles... Con excepción a una:

          Ellos quieren hijos, nuestros hijos.

          Sus cuerpos de hojalata y mentes brillantes no son capaces de generar vida.

          Nos necesitan...

          Aunque no sabemos hasta cuándo.

          Lo cierto es que quizá ellos merezcan más que nosotros a esos niños.

          No lo sabemos...

          Pero la mayoría esperamos que nuestros hijos no se parezcan a nosotros.

          Yo no quiero que se parezcan a nosotros.

          Quiero que mi hijo, al que hoy renuncio, sea libre.

          Quiero que mi niño sea feliz.

MICRORRELATOS OSCUROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora