MICRORRELATO 9: ATRAPASUEÑOS

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Él era un soñador.

          Nunca fue rico, nunca fue agraciado y nunca tuvo mucha suerte.

          Los sueños constituían su único tesoro, guardados, con su gama de extenso color, en lo profundo de su maltrecho corazón y su desnutrida mente. Naturalmente, la sombra del tiempo cayó sobre él, convirtiendo el presente en pasado y el futuro en presente. El chico, contra todo pronóstico augurado por las privaciones, creció y se convirtió en un hombre. Un hombre con sueños, un hombre sonriente ante la clara desdicha; un ser que distaba de los grises nubarrones que vagaban sonámbulos por las calles. En las noches, sus sueños lo arrullaban y le permitían descansar; de día, sus sueños le permitían activarse y trabajar. Los sueños nocturnos alimentaban con su fantasía a los diurnos, mientras que los esfuerzos por cumplir los diurnos alimentaban la grandeza de los nocturnos.

          Vivió dentro de este perfecto ciclo durante mucho tiempo... hasta que el color fue devorado.

          Nunca debió confiar en ella.

          Nunca debió confiar sus más íntimos secretos.

          Nunca debió amarla...

          La belleza genuina que le robó el corazón pronto robó también su mente; y al hacerlo, se volvió la más terrible criatura, gigantesca y regordeta, de piel oscura y húmeda, sin ojos, y con una boca tamaño barril con afiladas hileras de diminutos dientes manchados de arcoíris. Apenas alcanzó a maldecir su suerte antes de ser tragado y mordisqueado por la asquerosa mole. El dolor lo machacó, mas no el dolor del cuerpo; fue el dolor del alma el que lo sacudió hasta los cimientos, aquel que quienes han perdido un sueño podrán entender con tristeza. No tardó mucho su tormento; la monstruosidad pronto lo escupió, dejándolo irremediablemente oscuro y vacío.

          La criatura volvió a ser una bella mujer y le dejó moribundo sobre el suelo gris, gris como su nuevo corazón.

          Perdió la consciencia, pero no volvió a soñar.

          Al cabo de un tiempo despertó, pero tampoco volvió a soñar.

          La sombra del tiempo cayó sobre él y engulló de tajo su pasado, su presente y su futuro.

          Sin saber más quién fue, quién era y quién pudo ser, se convirtió en un nubarrón gris y empezó a vagar sin ilusión por un mundo desprovisto de color.

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