Capítulo 3. Al día siguiente nada en mi teléfono.

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Suspiro.

Es la centésima vez que miro mi teléfono y no hay en él ni una sola notificación, al menos no la que me gustaría leer. En mi piel siento la curiosa mirada de mi mejor amigo quien también es dueño del pequeño restaurante chino en el que he trabajado desde que llegué de Japón y sé muy bien que está riéndose de mí.

Cuando le conté que había tenido una cita romántica de película con el heredero de la fortuna de la familia Callenreese, Yut-Lung Lee no hizo más que reírse de mí y en realidad yo también debería reírme de mí mismo. Han pasado ya dos semanas desde que sucedió aquel sueño y este debería ser un tiempo suficiente y razonable para que mi torpe cerebro lograse asimilar que algo así no volverá a pasarme jamás porque en el mundo de un joven y guapo heredero como Ash, es decir, el señor Aslan Jade Callenreese un estudiante de intercambio que no tiene el suficiente dinero ni siquiera para poder pagarse tres comidas al día, en realidad no importa.

Yut—Lung dice que Ash me usó, que yo fui solamente la diversión de un niño rico aburrido y aunque sé muy bien que mi amigo tiene razón pensar en algo así lastima a mi corazón. Y es que hay una parte de mí que siente que lo que pasó con Ash aquella noche fue real. Es decir, sí, fue un sueño salido completamente de un cuento de hadas pero por varias horas fue real para mí.

Me basta con cerrar los ojos para recordar sus ojos verdes y la forma dulce en la que me miraban. Si me concentro lo suficiente, soy capaz de escuchar su voz una vez más, esa voz tranquila y elegante que pronunciaba mi nombre con cuidado y me hacía pensar que cuando él decía mi nombre, yo podía ser la persona que me diera la gana ser. Una persona que pudiera estar con Ash, por ejemplo. Una persona que no tuviera que conformarse con soñar que cosas hermosas y extraordinarias podían sucederle.

Mis mejillas se sonrojan con intensidad cuando mi mente me dice que antes de cerrar mis ojos para dormir, también soy capaz de sentir sobre mis labios la cadencia de los labios de Ash. Su beso sabía a cigarrillos y a fresa. Su beso fue en realidad el primer beso de verdad que alguien me haya dado jamás y me siento un poco avergonzado de mi propia inexperiencia pero antes de conocer a Ash el asunto de los besos no era de suma importancia para un chico como yo. A pesar de que la familia Lee que es la familia de Yut-Lung me apoya cuando los tiempos son de verdad difíciles, hay ocasiones en las que no es suficiente así que durante el año que he pasado en América mi única preocupación había sido sobrevivir.

Por eso es que al recordar el beso de Ash no dejo de preguntarme si alguna vez volveré a sentir que puedo soñar con tener cosas que no puedo permitirme. Al pensar en el beso de Ash no puedo evitar desear poder volver a verlo una vez más, solo verlo para poder preguntarle si la noche que recuerdo yo fue de verdad y si él no llega a reconocerme una vez más, bueno, entonces quizá yo también sería capaz de olvidarme de todo. Si eso sucediera quizá yo no seguiría esperando ver un mensaje de un número desconocido en mi teléfono que me diga: "Hey Eiji, soy Ash ¿me recuerdas? Sí, el chico que te besó frente a un amanecer espectacular, el chico con el que has estado soñando como un estúpido las últimas dos semanas de tu vida."

De verdad soy un caso perdido. El décimo suspiro dramático de la tarde escapa de mis labios y camino con pesadez hacia la barra de la cocina donde Nadia Wong y su pequeño primo Sing So-Ling me reciben con una sonrisa cálida a pesar de estar atendiendo a dos de los clientes habituales del restaurante. Nadia luce alegre y linda como casi siempre, hay un pañuelo atado a su cabello corto que le da un aire cariñoso, tan distinto al aspecto serio y aun así divertido de Sing quien entretiene a los habituales parroquianos con los relatos de sus aventuras con los pandilleros del barrio chino de Nueva York.

Quisiera sonreír como ellos. Quisiera volver a ser el mismo chico que fui antes de trabajar en la mansión Callenreese por una noche, esa noche que cambió mi vida para siempre de alguna manera. Porque yo no sabía que podía desear ver a alguien con la misma intensidad con la que deseo ver a Aslan Jade Callenreese en este justo instante. Porque no sabía que mi corazón tenia esta inclinación estúpida de desear cosas imposibles, cosas que un chico común como yo no debería desear.

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