VII

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Siempre pensé que dolía mil veces más tomar decisiones difíciles y tener que vivir con ellas que asumir la parte del contrario. Se supone que cuando no te dejan más elección tienes derecho a la pataleta, a tirar de rencor para vivir un poco mejor cada minuto de esa nueva vida que tú no has decidido. Pero ahora no sé qué es peor.
También pensé toda mi vida que la putada más grande sobre las últimas veces es que nadie sabía que serían las últimas hasta tiempo después de vivirlas. Ahora, después de meses de aquella última vez que ambos sabíamos estaba siendo, tampoco sé qué prefiero.

Supongo que así es todo, tenemos claras las cosas hasta que algo viene y te las desmonta sin posibilidad de victoria, como si fueses una simple flor en medio de un desierto buscando desesperadamente agua con la que sobrevivir.

Porque eso es lo que haces ante situaciones así, sobrevivir. Ante mensajes que escribes para más tarde borrar sin jamás ser enviados porque no fue tu decisión que te echasen, o que se fuese, pero el caso es que ese "te echo de menos, te quiero" ya no será bienvenido. Y sobrevives. Cuando paseas por la calle y una colonia traicionera se cruza en tu camino removiendo cada poro de tu piel, y te cabreas porque anda que no hay calle y justo tenía que ser ahí, a tu lado. Y toca sobrevivir.

Sobrevivir a pesar de todo y contra todo, buscando que algún día, quizá ya no haga falta ese "sobre", y puedas olvidar últimas veces y dar paso a las primeras que aún no realizaste.

Porque es la clave, vivir. A secas.

Gritar desde dentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora