Sombras

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Como era de esperarse mi alarma nunca sonó y termine levantándome a las 9:00 am… tenía que cambiar esa alarma o terminaría sin derecho a varios exámenes, era demasiado tarde para ir a la escuela, pero aun así me aliste para ir, chance y me dejaban entrar, al dirigirme a la puerta principal para Salir escuche la televisión prendida, me regrese a echar un vistazo y ahí estaba mi madre cómodamente viendo series animadas acostada en el sofá.

-¿Mamá?

Ella volteo y me miro parada en la entrada a la sala.

-¿Qué pasa? ¿A dónde vas?

-No te has ido a trabajar… aam voy a la escuela, ya es algo tarde, así que…

-Amanda… ¿otra vez? – Dijo interrumpiéndome al tiempo que se incorporaba y se dirigía hacia mí – Hoy es sábado… hoy no trabajo y hoy no vas a la escuela.

Mi mente y mis pensamientos dieron un giro de 180 grados… no era la primera vez que me pasaba, mi madre pensó seriamente llevarme al médico para saber si eso era normal o no, pero siempre terminaba convenciéndola de que no lo hiciera, inventaba cualquier excusa, pero poco a poco se me iban terminando.

-Cámbiate de ropa y desayuna algo, ya es tarde – dijo mi madre regresando al sofá a ver sus series. Me dirigí a mi habitación y tire la mochila detrás de la puerta, me quite los tenis mal abrochados por las prisas de salir corriendo y busque en mi armario ropa cómoda, cerré las cortinas de mi cuarto para cambiarme sin que el pervertido vecino me espiara… otra vez… me quite la blusa que tenía puesta y me estaba poniendo una camiseta como media talla más grande de la que usualmente visto cuando la sangre se me congelo completamente, sentí como una mirada a travesaba mi cuerpo, como pude me di la vuelta  rápidamente, pero no había nadie, deje de darle importancia  y me agache a buscar mis sandalias debajo de la cama, justo cuando me agache unos ojos brillantes aparecieron de la nada debajo de mi cama, di un fuerte brinco hacia atrás y termine cayendo sentada al tiempo que dejaba escapar un ligero grito que mi madre alcanzo a escuchar.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien? – dijo mi madre desde el pasillo. Pero no sabía que responder, seguía viendo debajo de la cama, pero esos ojos ya no estaban. – ¿Amanda?, ¿qué pasa? – se escuchó la voz de mi madre más cerca de la puerta.

-E… Estoy bien… - dije pausadamente sin quitar la vista de debajo de mi cama.

-¿Qué fue ese grito?

- Ha… Tropecé y caí sentada, pero estoy bien – dije reincorporándome nuevamente para abrir la puerta y encontrarme con mi madre.

- ¿y tus sandalias? – dijo mirando mis pies

-ha… es más cómodo así – dije con una sonrisa. Mi madre arqueo una ceja y soltó un suspiro, dio media vuelta y me volvió a decir que desayunara algo, lo cual hice inmediatamente, sentía un agujero en mi estómago.

Pase todo el día en casa viendo televisión en compañía de mi madre, era genial poder ver las típicas series animadas que miraba cuando era niña junto con mi madre, que al igual que yo, se estaba partiendo de risa con el coyote tratando de atrapar al correcaminos para desayunárselo, el teléfono timbro y mi madre se levantó a contestar, yo me quede viendo la televisión, de reojo pude ver a mi madre hablar por teléfono, no tenía una expresión muy agradable, colgó la llamada y se dirigió a la cocina,  no le tome mucha importancia, quizá era un asunto de su trabajo, cambie los canales para ver que más había, pero ningún canal llamaba mi atención.

-Amanda, acompáñame al súper, ¿quieres? – escuche la voz de mi madre que venía desde la cocina.

-Claro, iré por mis san… Tenis – dije recordando lo que había pasado en mi habitación.

Fui a buscar mis tenis para poder ir con mi madre al súper, pero no pude dejar pasar la sensación de que alguien estaba en mi habitación observándome, se sentía una atmosfera fúnebre y el aire era pesado y frio.

-¿Estas lista? – pregunto mi madre entrando en la habitación haciendo que el ambiente se regulara otra vez.

-Sí, estoy lista – dije mientras me giraba para salir de la habitación.

Durante el camino al súper mi madre tuvo una expresión de que algo le molestaba, pero no quería preguntar nada, llegamos al súper en cuestión de segundos,  compramos lo indispensable para la despensa, pero cuando íbamos directo a la caja un señor se nos atravesó y chocamos con el carrito del súper, el señor se disculpó diciendo que la culpa era totalmente suya por ir bobeando y no prestar atención, mi madre fue amable con el señor a pesar de lo que expresaba su mirada, revise que nada se hubiera dañado rápidamente con la mirada, al parecer todo estaba en orden.

-¿Ella es su hija?- pregunto el señor mirándome con cierto interés.

-Sí, ella es MI hija – respondió mi madre haciendo énfasis en “MI”. – Querida podrías ir a buscar queso crema, olvide echarlo al carrito.

-Está bien- dije mientras me alejaba lentamente de mi madre.

Desde lo lejos podía ver como mi madre fruncía el ceño al estar hablando con ese señor, me distraje un momento y fue lo suficiente como para chocar contra uno de los tubo que hay en la tienda que forman parte de la estructura, el golpe fue algo fuerte, pero por fortuna no sangre de la nariz, busque el encargo de mi madre y de regreso note una especie de sombra algo extraña alrededor del señor que aún seguía con mi madre.

-he vuelto

-Bueno señor, fue un placer charlar con usted – dijo mi madre sarcásticamente, tomo el carrito del súper y me dijo que la siguiere.

Empecé a caminar pero seguí mirando al señor, su mirada era algo tenebrosa y esa sombra me inquietaba bastante, me gire y seguí caminando para alcanzar a mi madre que ya iba más delante de mí.

Íbamos de regreso a casa cuando me pareció ver al mismo señor del súper pasar por una calle.

-¿no es el mismo señor del súper? – pregunte a mi madre

-¿Donde?- dijo mi madre algo nerviosa

-Por la acera del otro lado- dije señalando.

Mi madre volteo levemente a mirar y efectivamente, confirmo que era el mismo señor del súper, ¿Cómo había llegado tan rápido hasta esa parte a pie?, quien sabe, lo mismo me pregunte yo, mi madre piso el acelerador en cuanto el semáforo puso la luz verde, no entendía nada.

-¿Viste su sombra? – pregunte.

-no, ¿Que tiene su sombra?- pregunto mi madre arqueando una ceja.

-Tiene dos sombras – dije algo extrañada.

Mi madre trago saliva y se empezó a poner nerviosa, no le di importancia hasta ese momento, mi madre se puso pálida al mencionarle las sombras.

-¿Qué clase de sombras?

-tiene la normal, que viene siendo la que todos tenemos, la que se produce por una luz, y tiene otra, una que le rodea el cuerpo todo el tiempo.

Mis DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora