¿qué pasó ayer

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Cuando despertó el detective tenía un fuerte dolor de cabeza, estaba totalmente desnudo, miró con perplejidad al hombre que se encontraba a su lado, quien también se encontraba desnudo, el cabello rubio, vello en pecho, cuerpo pequeño pero bien formado, definitivamente era John su John, no podía creer lo que sus ojos veían.

Una parte de el sentía vergüenza por lo sucedido, pero otra sentía gran placer al tenerlo así, a su lado solo para el, aunque sabía que en tres días más todo terminaría, cada uno iría por su lado, cuando lo viera en la calle se saludarian dándose un fuerte apretón de manos, despidiéndose, le vería marcharse a lo lejos con su nuevo amor, a quien le llevaría de la mano, el volvería solo a baker street, todo le resultaría extraño no escucharía el teclear de la laptop, ni sus pasos en la cocina, o sus gritos por la noche cuando las pesadillas invadían sus sueños dejándolo tensó y petrificado en la cama, sudando frío, ya no sería su mano la que le reconforte, no correrían en la calle intentando atrapar asesinos, no tendría con quién mirar el mundo o con quien sentarse en el sillón a ver alguna serie de esas que tanto les gustaban a ambos, sus piernas no se rozarán en el sillón, ya no tendría a quien ir cuando el aburrimiento y cansancio se dejaban ver en sus ojos, a quien le contaría lo maravilloso de un caso sin resolver, ya no quedaría más que el silencio.

Sentía la necesidad de atesorar todos esos momentos, quería abrazarle más fuerte, aprisionarlo entre sus brazos, aferrarse a el, no dejarlo ir más, quedarse a su lado, por qué no importaba el lugar a donde fueran, mientras que permanecieran juntos era más que suficiente para el, pero sus inseguridades se dejaban ver ahora, creyéndose insignificante, no creía poder cumplir con lo que el llamará una relación, el convencionalismo no era algo que lo caracterizaba.

Aunque al principio lo intentará al final del día no podría seguir haciendo las cosas como las parejas normales, y entonces John se iría de su lado y quedaría completamente solo.

Se acercó a él dejando un suave beso en su nuca, acariciando por última vez su rostro, áspero por la barba que comenzaba a crecer, oliendo su cabello, el cansancio venció su cuerpo, quedando atrapado en un sueño, más bien una pesadilla que parecía no terminar, veía a su amor desaparecer en la oscuridad, corría intentando alcanzarlo, pero sus piernas parecían estar pegados al piso, le escuchaba gritar, un grito desesperado y desgarrador, solo cuando al fin pudo correr para auxiliar a su amigo, se encontró con su tumba, las lágrimas caían por sus mejillas, gritaba, su garganta dolía tanto, sentía que sus pulmones no recibían el aire suficiente, cayó rendido ante la tumba del hombre al que más había amado, quería despertar, aunque sabía que todo era un mal sueño no podía evitar desmoronarse ante la horrible sensación de ver perdido a la persona más importante en su vida.

Por fin sintió su cuerpo sacudirse, despertó solo al sentir unos labios rozando los suyos, abrió los ojos se encontró con esos ojos que tantas veces le miraron con cariño, sus manos temblaban, su cuerpo contraído, las lágrimas en sus mejillas, el beso sabía a sal, volvió a cerrar los ojos dejándose llevar por aquel sentimiento, no quería parar, pero su compañero se separó, le dijo que estaba asustado al escucharlo gritar que había intentado calmarlo o despertarlo pero nada parecía funcionar, la idea le pareció descabellada al principio, pero al besarlo todo su cuerpo se calmó, y al fin pudo despertar, el rubio no dejaba de acariciar su rostro y su cabello rizado, le pedía disculpas por haber profanado su cuerpo que era como un templo para el.

Como el detective siempre decía que su cuerpo solo le servía para resolver casos, y que jamás podría estar en una relación, que estaba casado con el trabajo, que no pretendía interferir en ello, pero que si así lograba calmarlo entonces no sé arrepentía de haberlo besado, esto último hizo que el detective como poseído por algo que lo empujaba a ir más allá, se acercó al rubio acortando la distancia entre sus labios, dejándose llevar por el deseo y el placer de sentir aquellos besos en sus labios, lo beso con tanta ternura, como podía, era un beso sin ninguna malicia, nada más que sus labios danzando ante el deseo de estar juntos, no sabía que hacer con sus manos, pero su querido las tomo entre las suyas, la sensación más placentera que había sentido en su vida, quería preservar esa sensación por el resto de su vida, guardando cada detalle en su cabeza, los movimientos suaves la sensación de debilidad en sus piernas, sus manos frágiles tocando las suyas, la gentileza con que le acariciaba, todos aquellos sentimientos eran guardados uno a uno, sabiendo que era una oportunidad que no querría desaprovechar.

Quería detener aquel momento, que el tiempo parara para poder seguir con aquel beso hasta que sus labios dolieran, pero por fin se tuvieron que separar, todo esto sin dejar de mirarse.

Se abrazaron fuertemente y volvieron a dormir un rato más en esa posición, solo hasta estar listos para separar sus cuerpos.

Despertaron por fin y se dieron una ducha juntos, jugando con el agua, sintiendo sus cuerpos húmedos, dejando escapar las risas, y aunque el agua era fría, la sensación era maravillosa, enjabonando sus cuerpos, para sentir el agua deslizándose, húmedos calientes, con ganas de seguir jugando, besándose lentamente, por fin pararon para poder ir a comer algo.

Era bueno estar en otro lugar nadie les conocía, ni les podían juzgar, no era Londres, era México, al final podían hacer lo que quisieran, John era bueno en eso, entrelazó su mano a la suya.

Caminaron por las calles llenas de gente, las calles abarrotadas de transeúntes que les impedían el paso de cuando en cuando, pero aun asi sintiendo aquella libertad, la felicidad que jamás creyó que tendrían, de pronto ni todas las drogas del mundo se comparaban con el éxtasis que sentía tan solo con el roce de sus manos, o el de sus labios al darse pequeños besos.

la boda de mi mejor amigo (johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora