Dolor

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Esta parte de ubica tras el final de Ougon no Kaze. Si no has visto o leído todo, por favor, hazlo antes de continuar.

Esta parte no es necesariamente un Giorno x Mista, pero creo que es necesaria para reforzar su relación.

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                —Giorno, ¿qué haces?

Guardando la flecha dentro de la tortuga, el joven mira hacia Mista y continúa caminando hacia el Coliseo, pensando en el proceso cómo explicar todo el asunto de Bruno. ¿Debería decirles la verdad o simplemente fingir que llegaron demasiado tarde para salvarle? Está seguro de que el deseo de Bruno sería fingir desconocimiento, pero, ¿eso sería justo para Trish y Mista?

Quizá esta vez no se trate de justicia, sino de misericordia. Librar a Mista y a Trish de la culpa por no haberse dado cuenta de que Bruno llevaba mucho tiempo muerto.

Aun así le duele. Llegar al Coliseo y tener que fingir. Negar con la cabeza y ver llorar a Mista y a Trish una vez más. Escucharles maldecir y gritar por haber perdido a alguien que era parte de su familia. A otro miembro más de su familia.

—¿Qué voy a hacer sin ti ahora, Bucciarati? —pregunta Mista, arrodillado en el suelo y sin fuerzas—. Sin Naranccia, sin Abbachio, sin Fugo... ¿Por qué... me habéis dejado solo?

La pregunta, aunque prácticamente la susurra, llega a oídos de Giorno. Y aunque no sabe cómo consolarle, decide acercarse a él y apoyar su mano en su hombro.

Mista le mira. Su cabello brilla con el sol y hace juego con las nubes teñidas de color dorado. Entonces, por un momento, detrás de él, le parece ver a Abbacchio, Naranccia y Bucciarati sonriendo. Como si no se hubiesen ido. Como si le dijeran que todo está bien y que la vida sigue.

Se levanta de un golpe, tratando de alcanzar esa quimera que se refleja en sus ojos, pero sus manos no tocan nada. Tan solo su cuerpo choca con el de Giorno para acto seguido servirle de apoyo. Mista no se cohíbe a la hora de dejar salir su llanto y el joven que le sostiene tan solo puede dejarle desahogarse.

Cuando las cosas de calman mínimamente, Giorno hace público su deseo de llevar el cuerpo de Naranccia y de Bruno de vuelta a Nápoles. Mista no pone objeción, pero Trish ni siquiera contesta: no parece que vaya a recuperarse pronto del golpe.

—¿Qué harás ahora? —pregunta Mista, con los ojos rojos, aun llorosos, pero fingiendo que ya está mejor.

—Me convertiré en el jefe de Passione.

Ambos le miran, aturdidos con la afirmación.

—Mi sueño era hacer de Italia un lugar mejor. Liberarla del yugo del boss y de las injusticias. Y el sueño de Bucciarati era acabar con la venta de drogas. Así que lo haré posible.

—¿Vas a convertirte en Boss? ¿Tú? ¡Pero si eres un crío! —Mista cierra la boca nada más decir aquellas palabras. Giorno es un crío, sí, uno al que ha besado y ha deseado en más de una ocasión.

—Puedo hacerlo —afirma con seriedad—. Y me gustaría que tú me ayudaras.

Mista abre los ojos con sorpresa.

—¿Yo? Yo no sé hacer nada que no sea disparar. No sirvo para ayudarte.

—Te necesito a mi lado igual. —Su ligera sonrisa sonroja al pistolero de inmediato.

—¿Y tú, Trish? ¿Qué harás ahora? —Mista desvía la mirada de inmediato, cambiando de tema.

La joven suspira y se da media vuelta.

—No lo sé. No tengo a nadie y... bueno. Tampoco hay nada que quiera hacer.

—Te conseguiré un hogar —continúa Giorno, haciendo que Trish vuelva a mirar hacia él—, un hogar donde no tengas que preocuparte de que alguien te busque. Cerca de un instituto y de la playa. Estoy seguro de que eso es lo que Bucciarati hubiese querido para ti.

—No sé... si quiero volver a una vida normal. Después de todo lo que he pasado, no creo ser capaz de ponerme a estudiar y de fingir que no ha pasado nada.

—Hazlo por Naranccia.

El silencio les invade durante un segundo en el que recuerdan las últimas palabras del joven. Naranccia quería volver a estudiar, vivir una vida normal... una vida que ahora Giorno le ofrece a Trish.

Encogiendo su rostro, Trish no puede evitar volver a llorar, cambiando su pensamiento sombrío a uno de agradecimiento. Porque gracias a aquel equipo; gracias a los que se fueron y a los que se han quedado, ella puede volver a ser una persona normal. Algo de lo que tan solo los vivos pueden alardear.

—Señor Polnareff. Me gustaría saber más cosas sobre esas flechas y ayudarle a recuperarlas. Además, creo que su sabiduría me vendría muy bien.

Polnareff sonríe, aunque nadie le vea hacerlo.

—Cuenta conmigo. Tampoco puedo ayudarte a organizar algo como una mafia, pero conozco a alguien que quizá sí que pueda echarte un cable.

—Gracias. Bueno, tenemos mucho trabajo que hacer, ¿nos vamos?

Y así, aun con el dolor aferrado en sus pechos, los jóvenes, ya librados de sus cadenas, avanzan hacia un nuevo destino. Hacia un nuevo camino.

[Fanfic] Giorno & Mista - Golden Pistols [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora