El santuario
2
— Estás loco
Él se levantó del suelo y caminó hacia su bolsa de cuero, no podía distinguir si su cabello era rubio o café claro por la luz de la fogata, tenía buena figura; espalda ancha, se notaba que trabajaba en su cuerpo. Note que tenía en el brazo derecho un tatuaje azul como la sangre, parecen garabatos.
Se devolvió hacia mi dirección y me mostró un papel viejo.
—¿No eres tú?
Tomé el papel en mis manos y lo examiné, era distintivo mi cabello rojo; soy yo con garabatos tatuados por todo mi cuerpo que brillan en color naranja intenso.
— Si, si se parece a mi pero no podría ser yo.— Le devolví el papel apartando la vista, él lo tomó y, exhalo profundamente.
— Tienes miedo.
Lo volteé a ver.
—¡Claro que tengo miedo!, estos son los sueños que no me dejaron dormir nunca, todas las horas que me mantuve despierta para no soñar con esas criaturas. No,no tengo miedo, ¡Me estoy cagando del susto!
Su mirada se dirigió a la pared rocosa que goteaba un poco de agua, pase mis manos por mi cabello mojado por el sudor y por agua que escurría por las paredes. El silencio invade el lugar, el único sonido es el de las gotas chocando contra el piso.
— Levántate— Dijo con tono serio.
Lo volteé a ver ingenua.
— ¿Cómo?
— Levántate, necesitamos ver a alguien.
Él chico tomó su bolsa de cuero y empezó a meter algunas cosas que se encontraban en su mueble, lo seguí con la mirada, estupefacta por su comportamiento. Cuando terminó de guardar sus cosas me tomó del brazo y me levanto con una fuerza impresionante, como si yo fuera una simple pluma para él. Si, ya no tenía la bala en mi pierna pero el dolor punzante estaba constante en mi piel.
— ¡Oye!
Con rapidez pasó su brazo por mi cintura y coloco mi brazo alrededor de su cuello ayudandome a apoyarme para caminar, avanzamos por un pasillo rocoso y resbaladizo, apenas podía ver hacia dónde íbamos, cuando caminamos un poco más, una luz a lo lejos apareció en mi campo de visión, la luz se agranda y brilla más a cada paso que damos, llegamos a la salida del lugar; que en realidad era una cueva. El campo en donde había estado hace unas horas estaba como si nada, las flores amarillas están hermosas y radiantes como cuando desperté en medio de ellas.
— No llegaremos hasta Aclaint con tu pierna así.
Antes de que le pudiera responder, sus brazos me estaban cargando para quedar con el estómago en su hombro y mi cara dando a su espalda.
— ¡Hey!, ¡Bájame!
Me ignoró y comenzó a caminar por la hierba, sus zancadas me hacían rebotar en su hombro, mi vista es hacia el pasto y su espalda. El sol nos pega en la cara, no se que horas son, pero sé que he estado mucho tiempo en este lugar.
—¡Oye! ¿A dónde vamos?
— Vamos a ver a una persona. Ella te ayudará a que entiendas lo que está pasando en nuestro mundo.
— No quiero ser grosera, pero no permito que me carguen sin siquiera me han dicho su nombre.
—¿Quieres saber mi nombre?
— Sería pedir lo mínimo, si.
Él se queda unos segundos en silencio, dudando en si decírmelo o no.
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Un mundo Nuevo
FantasiD, un nombre raro lo sé, lo sé. Desde que tengo memoria se que nunca he dormido, ni una siesta, nada, la razón: mis pesadillas. No sabría decir de donde aparecieron pero desde que soy pequeña están ahí. Tal vez sean miedos no experimentados de mi ni...