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Si las miradas asesinaran, Azirafel estaría muy probablemente solucionando algunos asuntos pendientes en el cielo. Aquellos orbes dorados lo observaban fijamente tras unos lentes oscuros que dificultaban ver bien qué era lo que sentía el demonio.

Aunque Crowley ignorara este hecho, el ángel sabía perfectamente el por qué casi nunca podía admirar aquellos ojos. Inseguridad. El pelirrojo sabía que los ángeles tenían cierta debilidad ante los sentimientos fuertes, y vamos, que el enamoramiento que se cargaba no era difícil de sentir.

Algunas veces, Azirafel sentía aquella calidez envolviéndolo, como cuando el demonio sonreía o le miraba mientras comía, pero decidía ignorar esto también. Ambos eran expertos en ignorar lo que pasaba en realidad. Pero hoy no.

El ángel sabía que estaba en terreno peligroso, y que si daba un mal paso probablemente sería asesinado o ignorado por el resto de la eternidad. Ninguna de las dos opciones sonaba prometedora a futuro.

Después de meditarlo un momento, decidió dejar a un lado el libro que previamente reposaba en su regazo, y acomodarse más derecho. Crowley siguió con la mirada cada uno de los movimientos y abrió la boca, como tratando de pronunciar palabra.

-Estuviste fuera por un mes.- La voz ronca sorprendió al ángel, pero no lo suficiente como para perturbar su posición.- Pensé que te habías ido.

-¿Y a dónde me voy a ir?- Respondió el ángel en calma.

-Yo que sé.- Esta vez Crowley se removió incómodo en su asiento.- Pensé que te habías aburrido de todo esto. Pensé que te habían llevado o que simplemente no querías estar cerca de mí.- Demasiada sinceridad, pensó.

-Sabes que jamás haría eso.- Se defendió el ángel.

-No, ángel. No lo sé.

Y un silencio pesado les envolvió. El ángel estaba seguro de que no se había sentido tan mal desde aquella pelea en el kiosco.

-¿Quieres un trago?- Dijo entonces Crowley tan casual que hasta él se sorprendió.

-Creo que un té me haría mejor.

-Lo mismo digo.

Y el pelirrojo se perdió en lo que parecía ser la cocina, ondeando su semi-larga melena. Cuando regresó traía consigo un par de tazas humeantes de lo que parecía ser té de manzanilla.

-Te has dejado crecer el cabello

-Te has dejado la barba y has cambiado de atuendo.- Crowley hizo una pausa para reír sombríamente.- Te he dicho por años que cambies aquella vestimenta tuya y justo cuando despiertas después de abandonarme cambias hasta los colores.

-Bueno.- Azirafel bufó.- ¿Cómo luzco?

Crowley sorbió con fuerza el líquido caliente y murmuró un no tan mal a secas.

El ángel se acomodó en su asiento y sonrió con tranquilidad.

-Me alegra volver a verte.- Soltó y el pecho del demonio saltó con alegría que fue fácilmente disimulada con molestia.

-Ni lo menciones.

-Y no te he abandonado, Crowley.- Se dio un momento para observar la reacción de su acompañante. No hubo una.- Tú has dormido siglos enteros, y sé que no hay justificación por mi tan repentina desaparición, pero quiero estar seguro de que no estarás molesto.

-No te puedo asegurar nada, Ángel.

-Quiero que me lo prometas.- Se enderezó.- Hemos pasado por cosas peores y estoy aquí.

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⏰ Last updated: Jul 29, 2019 ⏰

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Somewhere Only We Know (Ineffable Husbands)(Aziraphale/Crowley)Where stories live. Discover now