paso 8: ¡di que sí!

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Mark se tiró sobre el asiento del taxi, sin despegar su teléfono de su oreja. Desde que había aterrizado intentaba comunicarse con su novio, el cual a último minuto le avisó que no podría recogerlo al aeropuerto y al menos quería saber si se verían pronto en el departamento.

Gruñó cuando la contestadora volvió a salir, observando la llamada siendo finalizada por su propia decisión. Deslizó su dedo por la pantalla hasta el nombre de YoungJae, el cual presionó hasta que el móvil empezó a contactarlo, volviendo a colocarlo en su oído.

Fallido y así sucesivamente con JaeBeom, JinYoung y sus compañeros. Ninguno tomaba sus llamadas.

Le pareció extraño, puesto a que apenas eran las diez de la mañana y dudaba que al menos uno de ellos no estuviera despierto o haciendo algo que les impidiera revisar el teléfono.

¿Qué podían estar haciendo hombres entre sus veintes que, un sábado por la mañana y vida social reducida a cinco nombres?

— Quizás me olvidaron. —Suspiró mientras devolvía su teléfono a su bolsa.

Regresó su mirada hacia en frente, el vehículo había parado en un semáforo y el conductor lo miraba ceñudo, puesto a que había hablado más alto de lo que le hubiera gustado.

Fijó su vista hacia otra parte, fingiendo completa demencia.

Apoyado su frente contra la ventana, suspiró. No entendía que estaba pasando y comenzaba afectarle. El como todos habían desaparecido de golpe, incluso su pareja quien era la más emocionada por su llegada de repente ya no estaba disponible. Tenía una mala sensación en el pecho mientras más se acercaba a su calle.

El taxi se detuvo y le entregó el dinero correspondiente al conductor, luego procedió a recoger su bolso y esperar a que se le devolviese la maleta que habían colocado en la parte de atrás. Procedió a entrar al edificio, saludando al vigilante y el recepcionista, haciéndose camino ante la larga fila de personas que esperaban el elevador, optando por tomar algunos minutos para poder entrar en uno más vacío y no tener dificultades con sus cosas.

Ladeó su cabeza al ritmo de la canción, la cual era genérica de los elevadores pero le gustaba, lo distraía de pensar que prácticamente todos se habían olvidado de él.

Arrastró su maleta por el pasillo una vez que el elevador se detuvo y abrió sus puertas para permitirle irse, suspirando mientras leía los números en la puertas de sus vecinos solo para alargar el tiempo. No quería llegar tan rápido, no si sabia que nadie iba a esperarlo.

Parado frente a su puerta, escribió con lentitud el cogido para entrar. El pitido de acceso lo hizo formular una mueca y bajar su mirada a medida que giraba la manija.

Dejó la maleta a un lado, dándose cuenta que un papel amarillo cayó cerca de sus zapatos.

Mark frunció el ceño mientras se agachaba para recogerlo.

«No hay ni una sola página en internet que me explique como logré tener a alguien ta maravilloso como tú a mi lado»

Sintió como el calor subía por sus mejillas, hasta sus cejas. Sus labios formaron una sonrisa y quiso leer más, elevando su mirada y notando la pared llena de papeles apilados y cubriendo por completo cada espacio.

―como ser un romántico (y no morir en el intento, con algo de suerte).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora