Luego de estar paralizada por lo menos cinco minutos, decidí ir a la cama para al despertar pensar que todo había sido un sueño.
Me desperté alrededor de las una y treinta. Me levanté para tomar desayuno, al bajar en la mesa estaban papá y Mario.
-Buenos días, cariño.
-Hola, papá- dije tajante.
-Hoy tu madre irá al centro comercial, y pensé que tú...
-¡Pero claro que iré!
Rió.
Ni siquiera terminé de comer, sólo subí las escaleras y me vestí para ir. Hacía frío, así que me puse jeans y un pelerón grande que me había regalado Brandon para mi cumpleaños.
Salí de mi pieza y me topé con mamá, que, al igual que yo, estaba lista para salir.
-¿Estás lista?
-Claro, ¿Mario irá?
-No,- respondió desde su cuarto.-debo ir a la casa de mi novia.
-¿Tienes novia ya?
-Necesito divertirme.
Puse los ojos en blanco y volví a mamá, con algo de nostalgia por todo lo que había pasado anoche.
Estoy pensando en decirle todo hoy, pero estoy segura de que le dolerá mucho saberlo.
-¡Iré a mi auto!- iba hacia él, cuando mamá me tocó el hombro.
-Hija, tu padre subastó tu auto anoche..., por falta de dinero- puse cara de no entiendo lo que dices.
-¿¡Que hizo qué!?- ahora si qué me había enfadado. Cualquier cosa, pero no mi auto.
No le diría aún a mamá la verdadera razón por la que no estaba mi hermoso auto.
-¿No iremos entonces?
-Claro que iremos, pero en el... autobús.
Respira hondo Francesca, respira hondo.
-Cómo no, en el autobús.
Me dirigí resignada hacia a puerta de la casa, salí a la calle, y me dí cuenta de que Gavin salía de su casa con un gigantesco bolso. Inconsientemente sonreí al verlo, pero él no pareció verme a mí.
-Buenos días, preciosa.- Me saludó Mike desde su ventana. Me tapé el sol con las manos he hice un gesto de saludo.- Me preguntaba, si querrías ir a unas de ésas discotecas, que tienes luces y esas cosas.
Me lo pensé, ¿qué pensaría Gavin de mí si sabe que tuve una cita con mi vecino, luego de besarlo?, de todas formas, aquello sólo había sido un beso, me he besado con muchos chicos
-Me lo pensaré.
-Vamos, tú y yo sabemos que te mueres por tener una cita conmigo.
Nunca había ido a una de esas fiestas locas, con alcohol y quien sabe qué más. Pero una parte de mí tenía tantas ganas de ir, que de mí brotaron las palabras, antes de que pudiera detenerlas.
-Iré encantada- puse mi mejor sonrisa.
-Entonces paso por ti a las...
-Ocho.
-Claro, a las ocho.
Me di vuelta vi a mamá salir de casa, y a Mike entrando la cabeza de la ventana.
-Vamos hija, ¿o prefieres perder el autobús?
Sonnreí con arcasmo y caminé en la dirección de donde se supone que se detienen los auobuses.