Enamorada de una Italiana (Lilanette)

Capítulo 5; lluvia de lamentos y nervios.

Marinette suspiro pesadamente acompañado con una mirada deprimida, para después pararse de la banca en cuanto se liberó de sus pensamientos. Aún que en vez en cuando un en que pensar le invadía su mente adolescente, y la hacía pensar en más en esa escena de ella y Lila. Pero lo que es más horrible es que en cada pensamiento que tenía se hacía muchas preguntas y es que eran preguntas sin respuesta.

Comenzó a caminar para ya irse de una vez a su casa y alistarse para la pijamada de Alya que era hoy. Ella no quería ir sinceramente, pero era de sí o sí ir. Además, no quería que Alya se quedase sóla con esa chica y por otra parte era su mejor amiga, así que por eso va y no por otra cosa.

De repente sintió que alguien agarró su hombro con fuerza haciendo que la Peli-Azul distraída detuviera sus pasos y al mismo tiempo que su mente esfumará todas esas preguntas, y mirará la mano ajena que estaba posicionada en su hombro. En ese preciso momento voltea para ver quien era esa persona que la detuvo de repente. Cuando vió de quien se trataba frunció el ceño sorprendida.

— ¿Li-Lila? —Tartamudeo sorprendida, y de inmediato sus nervios se hicieron presente en todo su cuerpo.

— Hola Marinette. —Respondió tímida mientras estaba en la misma situación de los nervios que la ojizarca.— ¿Cómo estás? —Pregunto con el mismo tono mientras esos ojos esmeralda veían a Marinette y con una expresión sonriente, pero entre el maldito nerviosismo.

Marinette tenía ganas de salirse corriendo, escapar cuanto antes lejos de Lila. Pero no, no podía hacer eso y nunca lo haría por cuanto lo deseará, no quería lastimar a la chica o hacer la sentir mal. Sin embargo, Marinette no tenía la culpa de comportarse de esa forma, sino la de la morena que la besó. . . Bueno, pensándolo bien también la Peli-Azul tenía parte de la culpa por haberle aceptado el besó y no haber hecho algo para que se detuviera, así que no tenía derecho de hechar le toda la arena a ella. Pero de todos modos tenía que buscar la manera de controlar sus emociones y sus malditos nervios, así que empezó a la de ya.

Antes de responder Marinette inhaló aire fresco y luego expulsó el aire de sus pulmones con total relajación para después responder.— Hola Lila. Estoy bien, gracias por preguntar. —Respondió con un tanto control en su hablar y formular bien sus palabras.— ¿Y tú? —Preguntó amablemente la ojizarca.

— Me alegro. —Respondió rápido Lila como niña pequeña.

Como todo niña enamorada sus mejillas se tornaron de un lindo color arándano, suaves  y agradables golpecitos sentía en su pecho por parte de su corazón que estaba latiendo con emoción cuando la de ojos azulados le respondió con esa dulce y amable voz, como sinada hibuera pasado, bueno, eso piensa ella. Aunque a los pocos segundos su corazón le empezó a doler al recordad lo que paso ayer.

— Bien. —Contesto a penas audible.

— Me alegro mucho. —Responde con una sonrisa un poco forzada.

Debido por la incomoda atmósfera ambas empezaron a reír de manera incomoda. Cuando terminaron de reír, ambas chicas mostraron una sonrisa nerviosa con la mirada desviada, así duraron unos segundos, que para ellas parecían minutos incómodos de tortura, hasta que Lila rompe el silencio que las cubría.

— ¿Es obvio qué vas a ir a la pijamada de Alya, Verdad? —Preguntó curiosa mientras trataba de mirarla a los ojos.

— Sí, ¿Por? —Pregunto la azabache alzando una de sus cejas mientras tenía la valentía de verla a los ojos, aunque Lila no mucho.

— Solo preguntó. Además, es muy lindo tener a alguien con quien confiar, compartir y hacer cosas juntas. —Dijo con una voz alegré fingida ya que en el fondo sentía tristeza de no poder tener amigos así.