Capítulo 2: Raptada y hechizada

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Después de que Candy y su padre se marcharon, el cielo se cubrió de nubes grises. Terry estaba frustrado. Su consejero, Lord George Johnson lo reprendía con la mirada.

- "¿Qué quieren que diga?" Ella pregunta: "¿Es la belleza lo más importante?" Y tú respondes: "¿Qué quieren que diga?"

- ¡Fui un tonto, lo sé!

- ¡Piensa Terrence! Tienes que ver algo más que belleza en Candice.

- Pues claro que sí, George. Ella es... Yo diría... Ella es... ¡Aaargh! ¡No sé cómo decirlo! Tendré que probárselo, ¡Le probaré mi amor!

Candy y el rey iban en su carruaje. Justo en ese camino, los esperaba cierto enemigo.

- Ha llegado tu hora Richard. Todo cuanto posees, todo cuanto amas, será mío.

- Es que no lo entiendo Candy, ¿Qué más querías que dijera él?

- Necesito saber que me ama. ¡Que me ama por ser yo!

Repentinamente, el carruaje se detuvo. El rey se asomó, e inmediatamente reconoció al hechicero.

- Quédate adentro Candy.

No hubo oportunidad de escapar, con un enorme rayo amarillo, Neil los atacó. El capitán, gravemente herido, utilizó sus pocas fuerzas para volver al castillo de Eleanor. Llegó empapado y agotado abriendo la puerta de golpe. Terry se acercó corriendo.

- ¡Es el capitán del Rey Richard!

- Fuimos... atacados por... Un gran animal.

- ¡Candy!

- ¡Terrence, aguarda!

El príncipe montó su caballo y emprendió una veloz carrera bajo la tormenta.

- ¡Candy! ¡Candy!

El muchacho encontró el carruaje totalmente destruido. En un charco, logró encontrar aquel collar de oro en forma de corazón con un cisne grabado. El cual, fue el primer regalo que él le trajo a ella cuando era una bebé. En un rincón, yacía el rey, agonizante.

- ¡Rey Richard!

- Terrence... fui...

- ¿Qué sucedió?

- Fue todo tan de golpe... ¡Un gran animal...!

- ¿Y dónde está Candy?

- Escúchame Terrence... No es lo que parece... No es lo que parece...

- Pero ¿Qué dices? ¿Dónde está Candy?

- Candy... Él... se la... llevó.

El rey dio su último aliento derramando lágrimas por su amada hija. Terry se sintió destrozado y gritó con fuerza bajo la lluvia.

- ¡CANDY!

En un lugar apartado, había un castillo con un amplio lago. En él, se encontraba un cisne blanco con una marca dorada en la cabeza, y una mirada de tristeza.

- No dejes que mi hechizo te haga tan infeliz Candy. Ni siquiera durará todo el día. Apenas sale la luna...

Una vez que la luna llena brilló sobre ella, Candy se convirtió de nuevo en princesa. Tres pequeños animales observaron desde un árbol su transformación.

- Es así de sencillo todas las noches. Claro que debes estar en el lago, y en cuanto el brillo de la luna toca tus alas...

Candy solo le dio la espalda, molesta.

- Mira Candy, no creas que todo esto me resulta un placer. Bueno, quizá un poquitín. Pero lo que realmente quiero, es el reino de tu padre.

- ¡Entonces tómalo! ¡Tienes el poder!

- No, ya lo he tratado. No bien robas algo, te pasas el resto de tu vida luchando por mantenerlo. Pero...

El hechicero creo una ilusión con un chasquido de dedos, donde se vistió a sí mismo con una armadura, a su hermana Eliza con un fino vestido, y a Candy con traje de novia.

- Si me caso con la única heredera al trono, gobernaremos el reino de tu padre juntos. Legalmente, rey y reina. ¿Entiendes?

- ¡Jamás!

Candy le dio una cachetada y todo se desvaneció. Estaba dispuesta a salir de ahí.

- ¿A dónde vas? Apenas la luna se va del lago, vuelves a ser un cisne. No importa donde estés.

- No...

La chica no tenía alternativa, debía quedarse cautiva en el Lago del Cisne. Cuando finalmente quedó a solas, rompió en llanto. En ese instante, ella oyó otra voz, una que le habló con gentileza.

- No llores, princesa.

- ¿Eh?

Frente a ella, llegaron un castor, un tritón, y un arrendajo azul.

- ¿Quiénes son ustedes?

- También fuimos hechizados por él, hace algún tiempo. – Dijo el castor– Mi nombre es Alister, pero puedes llamarme Stear.

- Soy Archibald, hermano menor de Stear, llámame Archie. – Dijo el pequeño tritón.

- Y yo soy Anthony, soy su primo. – Concluyó el ave de plumaje azul. –

Ellos tres, eran príncipes de tres lejanos reinos. Hace varios meses, la mezquina Eliza intentó en vano conquistar a Anthony. Ante su rechazo, Eliza pidió a su hermano que fuera castigado. Sus primos se unieron en defensa, pero los tres acabaron transformados. Y a diferencia de Candy, ellos en ningún momento podían tornarse humanos. Ellos prometieron ayudar a Candy en todo lo que pudieran para liberarla de su hechizo.

Pasaron varios días, los habitantes del reino creían que Candy había perdido la vida. Pero Terry estaba convencido de que se equivocaban. Su corazón le decía que ella seguía viva. Se dedicó a practicar arduamente con su arco, y su amigo Charlie también estaba para apoyarlo. Estaban decididos a buscar al gran animal.

- No pierdas la esperanza Candy. Donde quiera que estés, yo te encontraré.

Continuará...

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