Capítulo 8 : Príncipe engañado, y corazón destrozado

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Mientras tanto en el baile, varias princesas se presentaban ante Terry. Él las saludaba caballerosamente. Pero no invitaba a bailar a ninguna. El tiempo pasaba, y el muchacho se inquietaba porque ella aún no llegaba. La reina también se preguntaba quién sería la joven a quien su hijo esperaba.

De repente, se oyeron golpes en la puerta. La reina estaba confundida. Pues, estaba segura de que no faltaba ninguna princesa de las que fueron invitadas.

Uno de los sirvientes abrió la puerta. Todos en el salón quedaron con la boca abierta. A excepción de Terry, quien sonreía aliviado de verla. Entró una joven de largo cabello rubio, rizado, y suelto. Portaba un largo vestido negro, con rojo en las mangas y el escote, y una pequeña joya azul en medio de este.

- ¡No puede ser! George, ¿la conoces? ¿Quién es?

- No lo sé. Aunque, tiene un parecido asombroso a...

- ¡Pero no puede ser! ¿Acaso será...?

- Oh, estaba tan preocupado, pensé que quizá...

- No habría faltado por nada.

Terry indicó que comenzara la música con un chasquido de dedos. Por un buen rato, bailó con ella. Sin embargo, algo en su interior lo inquietaba.

- Hay algo en ti que parece... No sé... Diferente.

- La joven mostró en su mano, el collar que él le había dejado.

- No te preocupes. Después de esta noche, todo será perfecto.

- Sí, por supuesto.

Al ver el collar, Terry se tranquilizó, y se lo colocó en el cuello.

- George, detén la música. Quiero hacer un anuncio.

Candy finalmente llegó hasta el castillo, y quedo horrorizada al ver desde una ventana a la impostora.

- Reyes y reinas, damas y caballeros... Madre.

- ¡Oh!

- Quiero anunciarles que hoy, hallé a mi futura esposa.

- ¡No, no Terry! ¡Es un truco!

Todas las ventanas estaban cerradas, Terry no la veía, ni la escuchaba.

- La presento ante ustedes como la futura Primera Dama del reino...

Candy volaba desesperada buscando otra entrada.

- Y como prueba de mi amor por ella, hago un voto, que rompe todo otro voto. Un voto más fuerte que todos los poderes de la Tierra...

- No, no...

El pobre cisne blanco no tenía forma de entrar. Todo estaba bien cerrado. Tampoco la escucharon picotear la ventana los sirvientes que escuchaban el anuncio real desde la cocina.

- Esta noche ante todo el mundo, hago un voto de eterno amor...

- ¡TERRY!

- A Candy.

- ¡NOOOOO!

Candy sentía que todo en su interior dolía. Apenas podía mantenerse en el aire.

Los invitados del baile comenzaban a festejar. Pero de repente, todo se oscureció, y un fuerte viento abrió todas las ventanas y la puerta de par en par.

- ¡Vaya! Sí que es una hermosa velada. Jajajaja.

Terry se acercó al forastero frunciendo el ceño.

- ¿Qué tal, principito?

- ¿Quién eres?

- Conque le prometiste tu amor a otra dama ¿Eh?

- ¿Pero de qué estás hablando? ¡Ella es Candy!

- No, ¡Candy es mía!

- ¡Eres tú! ¡Tú no tienes ningún poder aquí! ¡Hice un voto! ¡Un voto de eterno amor!

- Jajajaja ¡Claro que hiciste un voto! Un voto, de eterna muerte.

Neil lanzó un rayo hacia la muchacha, y cayó al piso.

- ¡NO! ¡CANDY!

Terry corrió aterrado hasta ella. Pero al voltearse, la impostora tenía de nuevo su mezquina apariencia.

- ¡Hola, príncipe Terry!

- ¡Aaagh!

- Tenías que habérmela dejado a mí. Ahora, Candy morirá.

Terry volteó hacia una de las ventanas, y vio como el cisne blanco se alejaba.

- ¡CANDY!

Rápidamente, subió a su caballo y salió a buscarla.

- ¡CANDY!

- En cualquier momento quedará sin vida, principito.

- ¡NO!

- JAJAJAJA

La risa perversa de Neil resonaba también en el lago.

- ¡Oh, algo ha salido mal! – Dijo Anthony angustiado. –

- Si te apuras principito, ¡Te dejaré verla por última vez! Jajajaja.

Terry llegó a una zona llena de espinas. Su caballo no podía pasar. Así que desmontó, y se abrió paso cortándolas con su espada. Por su parte, Charlie se sumergió para salir del calabozo. Presentía que su mejor amigo necesitaba ayuda. Mientras que Candy, llegaba sumamente exhausta.

- ¡Ahí viene!

- No creo que lo logre...

- ¡Por aquí, Candy!

- ¡Vamos Candy, no te des por vencida!

La pobre princesa aterrizó en el piso de piedra, volvió a su forma humana, pero apenas respiraba.

- Oh, Candy...

Justo un instante después, Terry llegó. Al ver a Candy así, sentía que se le estrujaba el corazón.

- Candy...

Terry se acercó a ella y la abrazó.

- Mira lo que te he causado... Perdóname Candy... Perdóname.

- ¿Terry?

- Sí Candy, aquí estoy.

- Terry... Estoy tan débil... Creo que me...

- ¡No! Vivirás Candy. El voto de eterno amor fue por ti.

- Lo sé... Te amo Terry...

Luego de aquellas palabras, y una caricia en la mejilla de su amado, Candy sucumbió. Dejando a Terry y a sus amigos horrorizados.

- ¿Candy? ¡Candy! Candy...

Terry se llenó de ira y dolor. Sus ojos reflejaban el desate de una fuerte tormenta.

Continuará... 

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