Escenarios↬Diabolik Lovers

➵ six

One-shot pedido por -AMVDLZ-

A pesar de que la diversión de Carla es ir al museo a ver obras de arte, a veces tenía que ceder en algunas cosas cuando se trataba de su esposa e hijos.

Entre esas cosas están: Ir al parque de diversiones, ir a picnics u otras cosas más que no le gustaba mucho hacer, pero su esposa disfrutaba muchísimo pasar tiempo con él al aire libre con sus dos retoños.

Hoy, iban a ir a el nuevo parque de diversiones en Tokio para disfrutar un divertido día junto a sus dos hijos.

Actualmente, estaban en el auto, mientras que faltaba menos de 30 minutos para llegar a su destino, Carla y su esposa, (t/n), estaban leyendo un libro que trataba sobre los vampiros más viejos en la historia. Victoria, la hija menor se encontraba durmiendo, apoyada en el hombro de su hermano mayor y el mayor, Cassander, jugaba en su Nintendo Switch.

La limusina se detuvo y el chófer abrió la puerta para que salieran los niños primero y luego Carla y (t/n). Los niños estaban emocionados, Victoria tenía la carita iluminada de la emoción ya que por fin podía subirse en una montaña rusa llamada “El gusanito” perfecta para niños pequeños, mientras que Cassander estaba entusiasmado por los videojuegos que vendían en el parque.

Carla mantenía a su pequeña princesa en brazos hasta llegar a la montaña rusa, donde dejó que la niña subiera con su madre y hermano porque a él le disgustaba ése tipo de cosas.

El albino fue a comprar unas golosinas a su familia, para luego buscarlos y llevarlos a las tacitas rodantes para comer unos bocadillos y tomar el té.

—¡Papi, papi!— Gritaba con emoción la pequeña albina, señalando un local donde los padres bailaban con sus hijas. El de orbes dorados suspiró de satisfacción al ver por fin algo de su agrado, en ese lugar de plebeyos.

Luego, Cassander arrastró a Carla a las máquinas de juegos para que lo acompañara un rato a un juego de carreras, para que Carla perdiera cada mísero segundo.

El albino mayor ya estaba cansado de estar rodeado de muchachitos inmaduros y quería irse a casa. Pero, su esposa quería disfrutar de una última cosa un pequeño paseo en la rueda de la fortuna.

— Por fin a solas, heh.— Susurró Carla, con una sonrisa en la cara agarrando la mano de su esposa cariñosamente.

Su esposa le sonrió dulcemente, observando como poco a poco el sol se ocultaba. El silencio era cómodo, no se escuchaba el mismo ruido allí en las alturas.

Al bajar, sus hijos los veían con una sonrisa, Cassander le compró a su hermanita unos dulces mientras que el se compró unos videojuegos. Los retoños bostezaron ya cansados de haber pasado todo su día en la calle, los padres sonrieron, dirigiéndose a la limusina que los esperaba para su vuelta a casa.