Confusiones a-normales.

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Ella había vuelto con su novio hacía varios días, porque lo amaba como nunca había amado a otro hombre. Sin embargo, ellos tenían problemas normales de pareja y ella no sabía cómo manejarlo, odiaba la situación.
Por otro lado, las memorias de antiguo amigo habían vuelto, y era justo ahí en donde todo daba un giro inesperado. No normal, chicos y chicas, era realmente extraño.

Sus latidos eran rápidos y sus pasos resonaban en su cabeza, haciéndola sentir temor del futuro, de lo que iba a pasar estando con él. Fuera lo que fuera, ella sabía que sería malo. Llegaron al final del edificio en el cual estaban y un frío recorrió su cuello invadiendo todo su ser, sin embargo, ella no luchaba por safarse del agarre de él.
—Hemos llegado al final de nuestro recorrido, querida— Dijo él con un tono de voz y sonrisa malévolos, que la aterraban.
—¿Y qué se supone que haremos aquí?— Respondió ella tratando de parecer segura, aunque sentía miedo, vergüenza y nervios.
—Esa no debería ser tu primera pregunta, querida, sobre todo cuando están limitadas a simples tres.
—¿De qué hablas?
—Segunda. Las estás desperdiciando, cariño, y no te lo recomiendo.
—Bien, solo tres preguntas , pero las anteriores no cuentan, no las respondiste de todos modos.
—Acepto, bebé. Y déjame decirte qué luces muy hermosa hoy. ¿Para quién te has arreglado así?
Él se acercó apresuradamente y tocó su rostro una vez estuvo enfrente de ella. Sus alientos chocaban y sus ojos se unieron en una mirada llena de orgullo, locura y miedo.
—Entonces, déjame entender: yo solo puedo hacer tres preguntas, pero tú puedes hacer todas las que quieras— Afirmaba ella, con el fin de evitar hacer cualquier tipo de pregunta tonta de respuesta obvia.
—Bueno... debe haber igualdad de condiciones para todos, ¿no lo crees? Pero no pensé que te gustara que yo también participara de esa manera en el juego, pues, si no lo hiciera, sí podría hacer las preguntas que se me vinieran en gana, pero tú no tendrías que contestar si no quieres, y podrías decir mentiras. En cambio, si solo me das tres preguntas, estás obligada a responder cada una de ellas con la verdad y nada más que la verdad.
Entonces ella lo pensó y dudo por un momento, luego se dijo a sí misma que prefería que las cosas se mantuvieran como en un principio. También contempló la razón por la cual seguía en ese lugar. Sí, tenía miedo, estaba horriblemente aterrada, pero el peligro le gustaba y le causaba cierta sensación que jamás en su vida había experimentado.

Volvió a la realidad de un salto, se decía a sí misma que debía dejar de pensar en eso, en él. Se repetía mil y una vez que eso solo la dañaría, a ella y a las personas que estaban a su alrededor, y que le haría sacar a flote el peor lado de sí misma. Sin embargo, había algo en esa situación que la atraía, que no la dejaba escaparse completamente de ella, que la mantenía atada a él. Ella sabía que su vida normal y rutinaria se iría para siempre, y que luego correr por su vida sería la única opción para sobrevivir, pero, era tan jodidamente malo y peligroso que le gustaba, sin importar las consecuencias que tuviera.
Recordó a su novio, y también el hecho de que el más lastimado de toda la situación sería él. Ella no sabía qué hacer con su vida, muy a pesar de que conociera que lo mejor para sí era olvidar por siempre a Dacris y seguir su vida normal, con su novio anormal. Parecía que su cabeza le dijera una cosa... y su corazón otra.

Una aparente vida normal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora