Wanna be missed

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María José Riquelme se encuentra aún sentada en la oficina del estudio de abogados para el que trabaja. La semana ha sido arrasadora, tanto, que ni siquiera ha tenido tiempo de poder descansar o relajarse bebiendo algún trago, en un pequeño bar acompañada de alguna mujer que conocía por esas aplicaciones que se habían puesto de moda en este último tiempo. Como había decidido hacer desde que dejo por completo de ver a su ex mujer, ese día que termino de instalarse en Madrid y realizo al completo su transformación. Desde entonces todo ha sido diferente, los dos últimos años de trabajo le habían dado la posibilidad de crecer dentro del estudio y permitirle tener esa oficina. Suspira, para dejar el papeleo y tomar su móvil, lo desbloquea para ingresar a Facebook. Comienza a bajar por el inicio del mismo hasta que se topa con una foto que ha subido su hijo, ese que está a un océano de distancia lo que la detiene es que en la imagen sale esa mujer que aun hasta hoy le quita el sueño. Esa que nunca ha podido olvidar, que con solo verla hace que su corazón se acelere. Paulina De La Mora se encuentra sonriendo con amplitud, hace click en la imagen para poder verla con mayor detalle. Uau, es que pareciera que los años ni siquiera hubieran pasado para ella. Esta impecable como la recordaba, delgada, alta y feliz... De todo lo ocurrido lo único que le pesaba más a su alma era saber que ella pudo seguir adelante, como si toda esa guerra desatada solo hubiera sido un trámite, que tiene un principio y fin. No sabe porque aún hoy sigue con estos pensamientos pero de nada le sirve negarlos cuando están habitando allí al fondo de psiquis. En un movimiento rápido y sin demasiada lógica decide marcar que la fotografía le gusta para salir de la publicación como si sintiera que su hermana menor la está observando para regañarla por ser "tan arrastrada".

Joder, sí que lo era ha dejado de hacer su trabajo por andar husmeando una red social donde sabe que se encontrara con alguna foto de su ex mujer. Esa que la odiaba tanto que la había enterrado en vida. "Es que jamás lograre superarla o..." Un leve golpe en la puerta hace que salga de sus pensamientos.

- ¿Sí? –dice para reposar su espalda apoyada en el asiento.

- Señorita María José –dice Alma abriendo la puerta con una de sus manos mientras que en la otra tiene un ramo de flores enorme – Le ha llegado esto.

- Deja que te ayude–dice María José poniéndose de pie para alcanzarla y tomar el ramo -¿Quién ha dejado esto?

- Mmm... tiene una notita justo –dice Alma para revolver el frente del ramo- Aquí –le señala el sobre.

- Okey –le responde para apoyar el ramo en el escritorio –Bueno, ¿hay algún cliente?

- No, señorita –le sonríe – su día ha terminado. Bueno, me retiro.

- Sí, claro. Gracias Alma –le sonríe con amabilidad.

Al cerrarse la puerta, se queda unos segundos observando el ramo las flores son unos tulipanes rojos que por lo poco que sabe de ellas debe haber costado una fortuna. Se acerca para tomar el pequeño sobre blanco, lo abre y obtiene una pequeña nota. Duda unos segundos si leerla o no, porque no tiene ni idea de quién puede ser, ni que puede hasta que se decide

"Lo de la otra noche ha sido de ensueño, he estado esperando que me escribieras pero como no lo has hecho he decidido hacerlo yo. Espero que te gusten los tulipanes, tanto como tú me has gustado a mí.

Marizza"

¿Marizza? Se queda unos segundos pensando quien es Marizza y por qué le ha enviado esas flores. Frunce su ceño, entretanto que relee la nota pero por más que lo intenta no tiene ni idea. Decide continuar con su día, toma el ramo junto con su abrigo y su cartera para llevarlas con ella. Sale de su oficina para cruzar el largo pasillo que la lleva a las puertas del ascensor, entretanto camina por allí saluda a sus compañeros de trabajo despidiéndose. Sabe a la perfección que todos la observan porque ese ramo no pasa desapercibido por nadie y todos ellos son capaces de morir con tal de saber quien la ha enviado semejante regalo. Lo que casi ninguno de ellos saben es lo que ella hará con las flores que le traen recuerdos directos de los suburbios de su vida pasada. Suspira inquieta mientras que espera que las puertas del ascensor se abran. Cada cierta cantidad de segundos mira el reloj de su muñeca derecha, está ansiosa por largarse de allí ya que ha quedado en cenar con su hermana menor. Quien si no le da señales de vida comenzara a llamarla con convulsión por saber que está haciendo. Mágicamente el ascensor se digna a frenar en el piso de su oficina, abre sus puertas y ella ingresa. Al ser horario de salida está casi repleto por lo que tiene que apretarse con el resto de la gente para poder irse. Pasan unos segundos, cuando ya se encuentra saliendo guiada por todos aquellos que van en la misma dirección.

One Shoot's: Paulina De la Mora & Maria Jose RiquelmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora