Aleix siendo Aleix, Marlene siendo Marlene (Especial)

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Especial último día de Marlene siendo una estudiante.

Respirar. El solo hecho de cambiar de posición. El dolor que le taladraba el vientre. Su útero retorciéndose como un salvaje.

Marlene detestaba todo lo que no tuviera que ver con el mundo literario. Esa era su única razón para seguir viviendo.

A causa de los cólicos, Marlene solo quería permanecer en su cama, pero los exámenes finales la obligaron a levantarse tan tambaleante como los zombies del vídeo del Michael Jackson.

Por debajo de sus ojos oscuros, tenía unas grandes ojeras, productos de la falta de sueño y del dolor que no la dejaba vivir. No había pastilla ni postura que calmara su sufrimiento.

Se vistió una camisa holgada con estampado de Spiderman (su diseño hortero favorito que la hacía verse como toda una friki), ajustó el cinturón de los vaqueros a su estrecha cintura y fue peinándose la melena con los dedos hasta que llegó a la puerta de entrada.

No había peor grano en el trasero que la menstruación.

Marlene, la que ya tenía muy mala cara, se quedó viendo con una mueca de completo desagrado a la pared humana que aguardaba por ella allá afuera.

—Buenos días, Marlene —una sonrisa se extendió por todo el rostro de Aleix, destacando el increíble azul de sus ojos. — ¿Todavía estás así? ¿No vas a ir al instituto?

Lucía preocupado.

—Ya estoy lista —respondió con fastidio y cerró la puerta al salir.

Lo que más le disgustaba ahora era  tener que deshacerse de aquel incordio diario, el que sin venir a cuento, había comenzado a acosarla. No le daba descanso. A duras penas lograba relajarse teniéndole constantemente vagando por su puerta como un perro abandonado al que alimentó una vez.

—Marlene, realmente tienes que hacer algo con esa ropa —señaló el estampado del héroe araña que estaba hincado sobre un edificio y con la bandera de América tras él.

Aunque no sabía si era más desgarrafal el color: un gris ceniza.

—Vete. No me sigas —sacudió la mano conforme comenzaba a avanzar. —Tu instituto queda para allá —indicó con la mano otra calle.

No podía más. El sudor había comenzado a deslizarse por sus muslos, su espalda y su pecho. ¡Le dolía demasiado! No estaba en condiciones de soportar al estúpido de Aleix.

Entonces, su mejilla palpitó al sentir una ligera presión.

Aleix la miraba con preocupación.

—No deberías ir hoy. Marlene, sé que te duele demasiado.

Orgullosa, le propinó una palmada en la mano y giró sobre sus talones. Aunque no era propiamente orgullo. Estaba obligada a asistir. Había tenido que estudiar y quería ir ahora, porque no quería volver a tener que repasar. Era una buena estudiante, pero no una superdotada.

—Ya. Vete, pesadilla. Vas a llegar tarde. ¿Acaso no te preocupa eso?

—No te preocupes por mí.

¿Preocuparse por él? El primer chiste de la mañana.

—Yo ya terminé las clases. Ya comencé las vacaciones.

—¿Y has venido a restregarmelo?

Quería asesinarlo. Quería apaciguar su dolor con el suyo. ¡Quería verlo sufrir!

—He venido para acompañarte — le sonrió con gallardía.

Marlene se lo quedó viendo con detenimiento y de muy cerca, porque Aleix se había inclinado sobre ella. Podía sentir su aliento, escucharle respirar e incluso escuchaba los latidos de su corazón.

Te volverás adicta a mí #1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora