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Loki abrió la puerta de la oficina sin llamar y casi deseó haberlo hecho. Casi. Tony y Steve estaban dentro, con las camisas abiertas y los pantalones apretados, sus cabellos desordenados y el rostro sonrojado. El rubio se apartó rápidamente del castaño, girándose para abrocharse su camisa y ocultar su rostro avergonzado; Tony simplemente fulminaba a su esposo con la mirada y el moreno le respondió con el rostro neutro.

-Necesito que firmes esto-dijo dejando los papeles en la mesa luego se giró a Steve-fuera.

-No puedes sacarlo de mi oficina-le espetó Tony, aun abrochándose la camisa.

-Puedo hacer lo que me dé la gana, querido esposo-Loki miró penetrantemente a Steve, haciéndolo moverse incómodo en su sitio pero el castaño pasó un brazo por su cintura, manteniéndolo a su lado.

-No, no puedes-el moreno los miró a los dos antes de resoplar y volver a señalar los papeles.

-Fírmalos.

-¿Qué es esto? ¿Y por qué lo estás trayendo tú?-dijo cogiendo los papeles.

-Es para donaciones en una iglesia y Pepper no estaba, así que lo traje-Steve desvió la mirada y Loki entrecerró los ojos-¿Qué hiciste, Anthony?

-No sé a qué te refieres-Loki apretó los dientes.

-No juegues al estúpido conmigo, Stark ¿Dónde está Pepper?-Loki y Tony se miraron fijamente por varios momentos antes de que el castaño bajara levemente la mirada.

-Pepper ya no trabaja aquí-Loki se quedó quieto, completamente en shock por lo que había escuchado.

-¿Qué?-Tony fingió estar interesado en los papeles, sacando un lapicero de su bolsillo.

-Ella y yo no congeniábamos en algunas cosas-contestó desinteresadamente, devolviéndole los papeles ya firmados-¿Algo más que necesites?-Loki solo miró, la incredulidad aún pintada en su rostro antes de que una expresión más oscura se mostrara; Loki avanzó hasta estar cara a cara con el inventor y Steve supo de inmediato que no tenía que intervenir o las cosas acabarían muy mal, o más bien, peor de lo que ya estaban.

-Vas a quedarte solo, Anthony Stark, eres estúpido y egoísta, nunca mereciste a Pepper como tu amiga, nunca fuiste una persona digna de admirar, nunca fuiste un esposo al qué amar. Siempre has sido así y siempre lo serás, me das pena, y también me das pena tú-dijo mirando de soslayo a Steve-porque no puedo entender cómo puedes amar a una persona así. Encontraré la forma de liberarme de ti, Stark y más pronto de lo que piensas, te quedarás sin nadie a tu lado-el moreno se dio la vuelta con rapidez, marchándose y dejando la oficina llena de un silencio sepulcral.

-Tony…-Steve se había quedado sin palabras.

-Deberías irte, tengo cosas que hacer-dijo Tony dándole la espalda, caminando hacia su escritorio; Steve lo miró un momento antes de decidir que el castaño necesitaba un momento a solas.

Cuando Steve se marchó, Tony caminó hacia la ventana de su oficina y soltó un largo suspiro. Loki había dado justo en el clavo en lo que había dicho, siempre supo que Pepper era demasiado para él, la mujer era prácticamente una santa por ser capaz de aguantarlo y ahora él la había traicionado, despidiéndola por su amante. Su esposo había logrado sacar sus miedos a relucir, esa inseguridad, ese dolor antiguo de nunca sentir que era suficiente, de siempre estar a la sombra de su padre, nunca siendo capaz de sobrepasarlo. Nunca había intentado amar a su esposo tampoco, lo había odiado desde el primer momento solo por el hecho de no había impedido la boda cuando, si era honesto consigo mismo, él no tenía nada de la culpa. Tom tenía sus propios demonios con los que luchar, sus propios miedos e inseguridades, también dadas por su padre; Tony sabía que no debía culparlo pero había sido tan fácil odiarlo, tan fácil sacar su rabia con él, su impotencia… Loki tenía razón, nunca le había dado razones para amarlo, para respetarlo y apreciarlo.

Dos vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora