veintiséis

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Jimin llevó el vaso a sus labios y bebió sin arrugarse el fuerte alcohol en su interior.

No estaba borracho, quería estarlo pero sabía que no podía.

Taemin estaba mirando un punto fijo en la mesa, distraído. Lo conocía tan bien como para saber que estaba debatiéndose entre contarle algo o no.

—Cuéntame ya. — exigió con rudeza.

Taemin hizo una mueca antes de hablar. — Jungkook llegó al supermercado hace unos días...

Jimin apretó el vaso entre sus dedos.

—¿Qué le dijiste?

—Nada. Bueno, el solo quería saber cómo estabas y no pude negarme.

Jimin asintió.

—Amigo, sabes que no quiero meterme, pero el chico está mal. Se veía tan frágil que quise abrazarlo. — con amenaza, miró a su amigo directo a los ojos para buscar en ellos una pista de que Taemin había tocado a Jungkook. — no me dejó hacerlo, pero lo necesitaba.

Su pobre Jungkook.

Jimin lidiaba con la culpa de lo que estaba haciendo cada día.

El día en que el ex novio de su madre estaba borracho, cuando vio el corte en su rostro y la preocupación de Jungkook, se sintió tan culpable. Ese inocente y dulce chico no merecía estar en medio de las cosas por las Jimin había pasado y pasaba.

Jimin debía cuidar a su madre, y no podía meter a Jungkook a ese mundo. Tenía que alejarse. Alejarse de lo que más amaba, por su bien.

Y cada día, dolía más.

—No puedes emborracharte. — le advirtió Taemin, cuando se estaba sirviendo más alcohol.

Su madre y el estaban viviendo en casa de Taemin. Su amigo accedió a que estuvieran ahí mientras las cosas se calmaban.

Lo único que lograba distraer su mente de Jungkook, era su madre. Estaba intentando dejar el alcohol pero la adicción era difícil y su madre tenía un problema.

Cuidarla era complicado, la mujer tenía ataques de ansiedad, arranques de violencia y noches donde lloraba por horas.

Era una montaña rusa que le hacía fácil el no pensar tanto en Jungkook, lo cual era útil, porque si pensaba demasiado en el, terminaría corriendo a buscarlo.

Taemin era un gran amigo y no le decía nada, aunque veía en sus ojos como le disgustaba su decisión y preferiría mil veces que hablara con Jungkook.

Jimin quería, pero estaba seguro de que le sería imposible alejarse de Jungkook si volvía a ver su rostro.

Estaba tan jodido por el chico que se recordaba cada cinco minutos que lo hacía por Jungkook.

—Lo extraño como no tienes idea, pero no voy a dejar a mi madre y el no tiene que presenciar esto. No.

Con un suspiro, Taemin empino su propio vaso, dándole una mirada cargada de lástima.

—Tu madre necesita un centro de rehabilitación y tú, ir con Jungkook. Puedes visitarla ahí, Jimin. — intentó persuadirlo con la mirada, Jimin no la devolvió. — puedo conseguirlo, yo lo pagaré, no tienes que...

—¡Ya hiciste demasiado por mi! — no quería gritarle a su amigo, al que tanto le había dado, pero estaba tenso, molesto y deprimido como la mierda. — tengo que resolverlo por mí mismo. Es mi madre, yo puedo sacarla adelante.

Terminó la conversación con esa frase, se levantó de la mesa y volvió a la casa de Taemin, sin la compañía del dueño de casa, que para darles privacidad, se quedaba con un amigo que era de dinero, pero le gustaba la vida algo alocada y Taemin era bastante bueno para eso.

Everlasting |Jikook Adap.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora