Colmillos de Pasión

4

"Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo"

-Abraham Lincon

* * *

Lloraba mientras el hombre joven le consolaba con caricias en la cabeza.

—Es como si estuviera solo, no tengo familia o amigos, solo este tipo de trabajo que me deja vivir a como pueda.

Estúpido, pero ¿quién no se ha cegado la mente por el corazón?

—Tranquilo Lucy, puedes quedarte junto a mi aquí hasta que te sientas listo.

—Pero James mi cuerpo era lo único que podía darte a cambio de tu hospitalidad y ahora soy un desastre que ni eso puedo ofrecerte.

—Mientras sepa que veniste por mi ayuda, por que soy así de confiable para ti nada más importa.

Dos días y por un segundo olvidó lo que ocurría a su alrededor, "parecen una pareja de recién casados" les había dicho una señora que también se hospedaba ahí, y no era difícil imaginar porque ya que en ese corto tiempo el hombre le dedicó todo su tiempo y dinero; comprándole ropa, llevándolo a comer al restaurante del hotel o simplemente haciéndole compañía frente al televisor.
El menor pensó "Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma", sí él no podía encontrar la felicidad crearía su propia felicidad solo. El hombre había salido por asuntos y luego regresaría, el menor aprovecho y empaco las nuevas pertenencias, para nuevamente escapar, se dirigió a una casa de empeño donde se deshizo de todo para salir con el efectivo volviendo a su casa.
Abrió para ser recibido por el silencio del barrio pero algo le saco de su tranquilidad y eso era la habitación con su luz encendida, se acercó para ver al vampiro sobre su cama mirándole.

—Vaya que tu no pierdes el tiempo cuando de hombres se trata.

—Tu tampoco, hueles a muerte.

—Mejor ellos que tú, ¿no?

—No lo sé.

Comenzó a cambiarse de ropa dándole la espalda, colocándose una camisa holgada junto a unos shorts.

—Estoy muy cansado como para cojer hoy, así que vete.

—Creo que pasaré aquí el día.

—¿Quién los entiende? Y nótese el sarcasmo. De una u otra si no quieres irte bien, pero dejame dormir en paz, así que dame un espacio de la cama.

Dijo después de cubrir las ventanas acercándose a la cama bostezando, el vampiro dejo un espacio suficiente para que el humano cayera rendido por el sueño entre sus brazos, el vampiro se quedo mirando al humano entre sus brazos. Si quería lo podía matar con solo apretarlo entre su cuerpo, y aun sabiendo eso ahí estaban los dos durmiendo juntos, sonrió y abrazo al humano para caer dormido también.

El humano despertó por la urgencia de ir a orinar pero apenas terminando sus necesidades se dirigió a la cocina para cerrar el agua del lavamanos.

—Pareces una rata escondiéndote, ya sal de donde estés.

—Lindura vine por el dinero.

—¿De qué hablas?

—Ya pasó la semana.

El tiempo había pasado demasiado a prisa, no estaba listo y tampoco tenía el dinero listo.

—Dame unos días más por favor.

—Si por mi fuera no deberías nada, y por eso no depende de mí. No lo hagas más difícil lindura.

Después de un chasquido de sus dedos los subordinados tomaron al menor mientras el mayor se acercaba con unas pinzas determinado a cortarle un dedo.