Futuro

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[Extra]

[Algo así como un epílogo decente]

— Lo están lavando, le pondrán ropa y luego lo llevarán al cuarto— le contó Christopher a la pelinegra del otro lado de la línea.

Caminando unos pasos por el pasillo, para luego voltear y caminar en sentido contrario, sin alejarse más de unos metros de la puerta de la habitación donde su pareja todavía estaba bajo los efectos de la anestesia.

El parto natural para los omegas hombres solía presentar bastantes complicaciones, por lo que siempre eran enviados a cesárea, y Erick seguía durmiendo luego de la operación.

Ajam... — escuchó decir a la chica, luego unos sonidos por detrás, creyó escuchar insultos—. Estamos preparando las cosas para ir hacia Nueva Jersey, ahora, Christopher Vélez, pásame la dirección correcta.

— ¿Tanto desconfías de mí, Lauren?

No puedo confiar en alguien que me dijo que la cesárea era el veinte a las cuatro cuando resultó ser el cuatro a las veinte.

Christopher se quedó en silencio unos segundos.

— Te veo pronto, madrina— dijo, en vez de seguir la conversación, y cortó sin escuchar la despedida de la ojiverde.

Le mandó la dirección por mensaje, antes de guardar el celular en su bolsillo.

Volvió a entrar a la habitación, donde Erick comenzaba a removerse en la cama, aunque la anestesia seguía haciendo su efecto, haciéndolo sentir pesado y adormilado, abrió un poco los ojos para ver a Christopher, dedicándole una leve sonrisa.

Su alfa se acercó a él, sentándose junto a la camilla, tomando su mano, sonriendo, transmitiendo toda su emoción gracias al lazo.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó.

Erick suspiró pesadamente.

— Me... Duele el estómago— se quejó—. Siento que bajé como la mitad de mí peso— vió hacia su abdomen, evidentemente diferente hacia unas horas atrás, llevó una mano hacia el pero hizo una mueca cuando tocó los puntos.

Christopher se apresuró a tomar ambas manos, sosteniéndolas con firmeza.

Era sumamente común que la anestesia dejara algo atontados a los pacientes, pero la expresión confundida de Erick le daba ternura.

— Estás nervioso— declaró Christopher, luego de un momento en silencio.

Erick sólo asintió.

Christopher dejó besos cortos por todas las pequeñas  manos de su omega, hasta que vió su sonrisa asomarse.

— Estoy a tu lado, no te preocupes.

Erick asintió, aunque las palabras no lo calmaron mucho, porque Christopher siguió sintiendo el torbellino de emociones que perturbaban a su pareja; alegría, miedo, nervios... El omega no podía estar tranquilo.

Cuando la enfermera llegó, tirando del carrito-cuna donde estaba su querido cachorro, sus corazones se aceleraron.

Christopher se acercó a ella, quien detuvo el carrito para que él pudiera tomar a su cachorro.

Mirando al niño, vestido de simple blanco, lo tomó en brazos delicadamente, tenía una extraña sensación de que podía romperse con lo mínimo, era muy pequeño, liviano, muy hermoso, con las mejillas gorditas y unos pequeños ojos claros que lo miraban con curiosidad.

Delta ~ ChrisErick ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora