El baño odioso

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A Raquel le tocó ir de vacaciones al campo a la casa de sus abuelos. No le agradó mucho la idea, pero no había manera de zafarse de ella. Fue un largo viaje, más de lo que recordaba. Mientras iba en la parte trasera del vehículo veía cambiar el paisaje. De grandes edificios, muchos vehículos y gente por doquier, pasaba a campos extendidos llenos de animales. Mucha brisa, fuerte sol y olor a tierra mojada.

De pronto la idea no le pareció tan tenaz. Imaginó todas las cosas que podía hacer. Libre sin la vigilancia constante de sus padres o hermanos. Era un sitio tranquilo. Al llegar la recibió un agradable aroma a torta. El paste preferido de la abuela. Ya se saboreaba. La alegría de sus abuelos desbordaba por cada poro. La pusieron al corriente y la única regla era no usar el baño del fondo.

La curiosidad la mataba. Raquel no entendió mucho el por qué no usarlo si estaba abierto. Con pasar la llave a la cerradura tenían o con mandar a arreglar lo que estuviera malo y listo. Muchas veces intentó abrir la puerta y alguien le gritaba que no lo hiciera. Más curiosidad le daba. Entonces una noche, cuando todo el mundo dormía bajó hasta el baño.

Se abrió la puerta sola como invitándola a pasar. Por supuesto entró. De un solo sopetón se cerró la puerta y ella intentó abrirla, el pomo quedó en sus manos. Vio entonces como todo comenzó a moverse. El inodoro bailaba a su alrededor con un ruido extraño. El lavabo le atornillaba las piernas hasta hacerla caer. La ducha emitía unos ruidos extraños a la par de chorros de agua que casi la ahogaban. Gritaba, intentaba gritar y no podía. Sentía que se quedaba sin aire.  Sus manos no lograban alcanzar nada para defenderse. Moría.

De pronto la puerta fue derribada por su abuelo y la salvó. Le explicó que ese odioso baño se ha comportado así desde siempre y no han podido entrar para derribarlo. Raquel tuvo suerte. Desde entonces no se acerca al baño odioso, aunque de vez en cuando intenta ver por la ventana, el lavabo la ve fijamente como diciendo –te escapaste pero te espero para no dejarte ir otra vez-.

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