04 - Arthur, la felicidad ha llegado

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Arthur, si, el mismísimo Arthur Kirkland, estaba feliz, estaba feliz porque por fin pudo hablarle a esa chica, esa chica que le gustaba desde hace un tiempo. No lo soporto y lo dijo en voz alta -Martina, ay, Martina, cuanto te quiero, cuanto te amo-. El cejon se levantó, se puso las pantuflas y fue al baño, se baño, se vistió y se fue a desayunar. Se fue nuevamente al baño y se cepillo los dientes. Estaba listo para ir a trabajar.

Su trabajo era simple, atender en una ferretería. Su empleador era un amigo que conoció hace poco tiempo, se llamaba Alfred. No era malo, era agradable y le gustaban las hamburguesas. Sin embargo, Alfred llegaba un poco tarde y para ser el segundo o tercer día de trabajo, Arthur aprovechaba el tiempo para sacar su libro que siempre llevaba consigo.

Todos en la cafetería aplaudían mientras ese chico y su recién prometida se besaban.

Tiempo después, ellos se casaron, vivían felices por aquel suceso, y quién diría, eran muy felices sin importar de sus diferencias. Fue una de las razones por la que tenían peleas y discusiones. Nada se eso importaba, una nueva vida habían comenzado. O eso creían...

Arthur escucho un ruido, era Alfred quién había llegado.

–Arthur, temprano como ayer, eh

–Si, total eres el que no cumple el horario– dijo mientras guardaba su libro– Sin ofender

–No pasa nada, es mas, estaba pensando cambiar el horario– Arthur lo mira raro– Vale, no importa

–Eso creía

Al fin, Alfred el come hamburguesas había llegado a su ferretería, ellos dos tendrían mucho trabajo que hacer. Nueva mercancía había llegado y debían ordenarla.

Tan solo tiempo después de ordenar, a Arthur tuvo ganas de ir al baño, cuando salió se le ocurrió volver a abrir su libro.

Ambos eran felices, se amaban mucho, la hora de irse había llegado, su destino. El joven esposo le pidió a Helena que se subiera y esperara en el auto. El chico volvió por qué se olvidó de algo. Miró su reloj, eran las 9:50 AM. Alguien se puso detrás de él, sabía que no era Helena.

–¿Quién eres?

–Tu salvadora

En eso, la chica le dio una patada en el trasero y soltó un quejido. Agarro lo que olvidó y se dirigió al auto. Su esposa seguía ahi y le dio un beso...

Alfred lo llamo, había un cliente y el estaba ocupado. Arthur se encargó de atender. Era una chica, posiblemente de la misma edad que Arthur. Era pelirroja y tenía un parche en el ojo izquierdo, izquierdo desde el punto de vísta de ella.

–Buenos dias– dijo educadamente, pero con una mirada algo... Fria

–Buenos días, señorita ¿En que lo puedo ayudar?

–Ando necesitando algunas cosas de electricidad...–

–Bien, ya se lo traigo

Por casualidad, Arthur miro el reloj, marcaban las 9:50 AM, también escucho a su cliente decir algo susurrando, apenas audible para el cejon. –soy t... s...aldora– llego a entender mientras el se alejaba.

Entiendelo... ¡Eres tonta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora