Capítulo 2

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—¿P-Perdona? —esperaba no haber oido bien.

—Sus pedidos —intervino el camarero.

Dejó en la mesa el café para mi madre y el batido, había de admitir que no había cambiado. Seguia con taln buen aspecto como recordaba.

—Gracias —contestó la mujer delante de mí.

Yo asentí con la cabeza y sonreí mientras veía como se marchaba a otra mesa.

—Repite lo que habías dicho, mamá.

—Tu padre me engañaba con otra.

Un nudo se formó en mi garganta.

—¿E-Estás segura?

—Sé lo que vi, Jinu —su voz estaba un poco rota.

—¿Ese fue el día que papá durmió en la habitación de invitados? —recordé aquello.

—Exacto —vertió el sobre de azúcar en su taza—. Cuando quedé con mis amigas, fuimos a tomar unos cafés a la cafetería cerca del parque, allí encontré a tu padre, muy juntito con... ella —practicamente susurró lo último.

—¿Con ella? —fruncí el cejo.

—Con la madre de Mino —tomó su taza y dio un sorbo.

Yo abrí los ojos a más no poder. Llegué a un momento, en el cual no sabia si me arrepentía de saber todo aquello o me alegraba de ser consciente de una vez.

—Cariño, esto puede que sea mucho para ti —tomó mi mano—. Han pasado muchas cosas hoy, ¿no crees? —me miró con pena—. Te llegó una carta mía sin esperarlo-...

—Eso no pasó hoy —la corté.

—Bueno, no hoy, pero hace poco. Además te enterastes de lo de mis cartas secretas con tu padre, la pelea, el viaje, reunirte conmigo, y ahora la infidelidad de tu padre —apretó mi mano—. Han sido muchas cosas, dejemos todo esto para que lo asimiles un poco, ¿vale? A mí me costó.

—Será mejor —comenté con un hilo de voz.

—Anda, bebe un poco, todavía no has probado el batido —le dio otro sorbo a su café.

Miré aquella gran copa, se me habían quitado las ganas de todo. Aún así, absorví un poco de la bebida por la pajita. El sabor dulce inundó mi boca, haciendome sentir un poco mejor.

Cerré los ojos, dejando que el sabor me llevara de nuevo al primer día que vine aquí. Donde mis padres estaban bien, una familia cariñosa y unida. Una familia que se había mudado de un pueblecito en Imjado, a la gran ciudad de Seúl.

Esa familia ya no existía.

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó mi madre.

Abrí los ojos lentamente, contemplando su expresión de preocupación. Sonreí entristecido, la verdad que quería llorar, pero no iba a estropear este dulce reencuentro que habia tenido con mi madre, por culpa de ese patán.

—Lo estoy, tan solo me duele un poco la cabeza, pero nada más.

A partir de ahí empecé a sacar temas de conversación más alegres, como mi primera experiencia pescando. Mi madre no pudo contener la risa al oirlo.

Ella también me contaba anécdotas suyas, haciendo que la mala atmósfera que antes abundaba, se tornara en una más feliz y divertida.

—No has reservado ningún hotel, ¿verdad?

—Que va, apenas hay conexión allí —confesé.

—Mejor, porque pensé que te quedaras conmigo.

Strangers Again;; SongKimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora