CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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El sofá de Peter era demasiado cómodo. Leah podía haberse hundido en él y no haber vuelto a salir de ahí nunca. Sus manos se encontraban alrededor de una taza de té caliente servida por May, quien hablaba en voz baja con su sobrino en la cocina. Leah esperó, nerviosa, mientras golpeteaba con sus dedos en la taza. Sin embargo, a pesar del nudo en su estómago, una parte de ella se sentía mucho mejor ahora. El peso de su secreto ya no le parecía tan pesado. En la cocina, no obstante, no paraban de oírse murmullos y susurros, que inevitablemente ponían nerviosa a la joven.

—Espera, ¿me estás diciendo que la estaban... siguiendo? —preguntó May desde un lado de la nevera, horrorizada.

—S-sí... un tío muy raro. Se estaba acercando mucho a ella antes de que le viese. Incluso nos seguía cuando salimos de la estación de tren —mintió Peter—. Leah, tiene... tiene mucho miedo. Tiene miedo incluso de estar sola en el tren. Me ofrecí a llevarla a casa, pero está bastante alterada. ¿No será más seguro que se quede aquí, May?

May, por su parte, frunció el ceño: —. No es que yo no la quiera aquí, es cuestión de sus padres. Tengo que llamarles y explicarles la situación, y bueno... ella... es del sexo opuesto, y no cualquier padre está dispuesto a que se dé esta situación...

—Lo sé, pero... m-me quedaré en mi habitación... o mejor aún, ¡que ella vaya a mi habitación! Yo dormiré en el sofá.

—Espera un segundo —dijo ella, alzando una mano—. Déjame llamar primero a sus padres. Si dicen que no, tengo que llevarla a casa. Podemos llevarla en coche los dos si quieres, y tú puedes ir con ella detrás.

—¡Pero no se siente segura!

—Pero si sus padres dicen que no, tenemos que respetar su decisión. Vamos, Peter, ya lo sabes —explicó May.

Peter se mordió el interior de su mejilla derecha. No sabía si le gustaba la idea de dejarla en casa todavía.

—Vale.

—¿Tienes el número de teléfono de su hermano mayor? ¿Y de sus padres?

—Eh... solo tengo el de su hermano... por si... es... un contacto de emergencia —mintió de nuevo.

May le observó brevemente antes de asentir.

—Vale. Le llamaré y veré si puedo contactar con sus padres. ¿Por qué no vas y te quedas con ella? Si está alterada, le vendría bien u amigo. Si quiere más té, prepararé un poco más.

Peter asintió, y mientras May tecleaba el número, se dirigió al salón, dejándose caer al lado de Leah, quien se sobresaltó.

—Lo siento. Es la costumbre —él le dedicó una pequeña sonrisa. Leah se dio la vuelta para encararle, observándole durante unos segundos antes de volver a dirigir la mirada hacia su té.

—Es... es un poco raro —dijo, después de un rato—. Verte así.

Peter se mantuvo en silencio antes de responder: —. Lo siento. No puedo... evitar tener esta cara...

—No, no es eso. Es solo que... es difícil de explicar. No eres feo, así que no tiene nada que ver con eso —dijo rápidamente. Sus mejillas se tiñeron de rosa—. Em... bueno... ¿qué ha dicho tu tía?

—Está llamando a tu hermano ahora —respondió él. Leah se tensó, aferrándose con fuerza a la taza.

—Todo va a ir bien. Tu hermano... igual lo entiende... —Peter dudó, pensando en si contarle lo de Joe o no. ¿Se enfadaría si se enterase de que él ya lo sabía? Optó por mantenerse en silencio mientras Leah se mordía el labio inferior, mirando fijamente la mesita del café.

YOUTH ▸ Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora