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Capítulo dos.

Suelto una risa sarcástica agitando mi mano con desdén.

—¿Crees que vamos a poder cumplirlo? — sonrío elevando una ceja.

Todos nos volvemos a sentar en el cuero de los sillones.

Conall intensifica su mirada sobre nosotros, dándonos a entender que es algo serio.

—He recibido una... Llamada para que acabemos con él— se encoje de hombros y abre una lata de cerveza cercana. —Y nosotros, su peores enemigos, no íbamos a negarnos, ¿verdad?— tensa su mandíbula y como acto de reflejo nosotros asentimos.

No es buena idea ver a Conall enfadado, pero tampoco ir a la cárcel.

Bruce aclara su garganta y junta sus dedos.

—Y... ¿Cómo piensas acabar con él?— le sigue el rollo él, como si no terminara de creérselo.

Sonrío internamente, ya somos dos.

—Exacto— prosigo yo —¿Cómo te asegurarás de no tener a la policía buscándonos cuando se den cuenta de que Calvin...— hago una pausa a propósito —desapareció.— todos carcajeamos menos Conall, que sigue igual de serio.

Con un ademán tenso nos indica que recobremos la compostura y cuando lo hacemos él nos responde.

—No es difícil— mira a Bruce para responderle —Basta con un tiro en la sien para que ese bastardo caiga como mosca— pronuncia duro.

Trago saliva al oír la sequedad de su voz y la dureza de sus palabras. Siempre las usa, pero cuando van dirigidas a Calvin resultan más graves.

Me mira a mí con sus ojos marrones ennegrecidos.

—Y respecto a la poli...— carcajea él esta vez. Disimuladamente Bruce, Chad y yo nos miramos con una mueca. A Conall se le va la cabeza. —Bueno, no hay problema con ellos, ellos son los que nos lo encargaron— se reclina en el sofá descuidado.

Vuelvo a mirar a mis compañeros, que fruncen los labios en una fina línea.

—¿Ellos nos lo mandan?— pregunta esta vez Chad, asegurándose de que su pelo rubio está bien puesto hacia arriba. —¿Desde cuándo trabajamos con la policía, Conall? Creía que eso era de nenitas— no tarda en tener a Conall encima, agarrando el cuello de su camisa.

Bruce y yo nos levantamos de repente, observando cómo se desenvuelve todo.

—Desde que ellos nos pagan más que cualquier otro— dice entre dientes el cabecilla, sin quitar sus ojos de los de Chad. —Así recibes más parte, ¿o me la quedaré yo?— eleva sus cejas sugestivo.

Pongo mis manos en mis caderas y echo la cabeza hacia atrás, dejando caer mi melena más abajo de lo normal. Suelto un suspiro y veo cómo Conall ya no está arriba de Chad.

—Vamos a hacerlo, queráis o no, yo soy el que manda— agarra su chaqueta de cuero negro y nos mira amenazante.

—Pero Chad y yo somos los que nos vamos a llevar el trabajo sucio— contesto cruzándome de brazos, con una mueca.

Siempre hemos sido nosotros los que llevábamos a cabo los pedidos y en una vez casi somos descubiertos.

—Por eso va a ser más divertido— sonríe falsamente y nos tira nuestras chaquetas.

Bruce aclara su garganta y asiente.

—Vamos ahora, no será difícil— dice el líder abriendo la puerta.

Cabecea hacia la entrada y nos disponemos a salir.

Matando A CalvinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora