08

9 2 0
                                    

Capítulo ocho.

En cuanto pongo un pie en la casa tengo a los cuatro chicos de la banda Omega rodeándome.

—Wow, esto va demasiado lejos— Selecciono las palabras adecuadas mientras permanezco inmóvil. Levanto levemente las manos a la altura de mi pecho y les miro a todos.

—Exactamente, ¿qué pretendes?— Exclama ahora Griffin, con todos sus sentidos alerta, lo noto en la forma en que se marcan sus venas en sus brazos.

—Vengo a hablar— Hablo mientras me observan todos todavía con desconfianza —Hablar— remarco mirando específicamente a Calvin.

Él lo capta y les hace una seña a los demás para que se vayan. Habla Tadd.

—Si se va de las manos...— Deja caer mientras Deacon fulmina mi espalda.

Me estremezco al sentirlo pero lo oculto, espero que salga todo como lo hemos planeado.

—Ya— Corta Calvin a su compañero, poniendo ahora su mirada en mí —Además, ¿qué me haría ella?— carcajean todos mientras se retiran.

Aprieto mis puños a los costados y me obligo a calmarme. Vaya, se me acaba de olvidar todo lo que debía decir.

—¿A qué has venido?— Me observa atento el líder. Por la forma en la que frunce su ceño sé que está analizando mis movimientos, así que me relajo aun con las manos temblorosas en los bolsillos.

—Bueno, ayer discutí con mi grupo y me preguntaría si...— Me callo antes de balbucear. Me intimida la forma en la que demuestra saberlo todo con sus ojos verdosos.

Él eleva una ceja incitándome a seguir hablando, aunque seguro ya sabe el final de la frase. Cruza sus brazos.

—Puedo venir aquí— Habla Bruce por el aparato en mi oreja.

—Podría venir aquí— Acabo la frase y le aguanto la mirada. No de forma amenazante, sino más bien de lástima.

Sé que por el otro lado de la línea los chicos están igual de tensos por escuchar su respuesta que yo.

Calvin deja aparecer unos hoyuelos marcados en su cara al formar una sonrisa. Evito fruncir el ceño y aguardo sus palabras.

—No— Se agacha para estar a la altura de mi cara y mira directamente mis ojos. Él lleva una mano hacia ésta y cuando pienso que me va a pegar aparta el pelo de mi oreja, dejando al descubierto el Bluetooth.

Lo saca de ahí y desabrocha mi cazadora, quitándome el micrófono también. Niega con la cabeza mientras los tira al suelo y los pisa.

—¿Creías que me lo iba a tragar?— Deja salir una carcajada y retoma su habla —Pero en algo te voy a hacer caso— hace una pausa a propósito para darle drama.

Empiezan a aparecer unas ganas inmensas de darle un golpe.

—Te quedas en nuestra casa.

Matando A CalvinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora