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Capítulo siete.

—¿Es que no tienes camisetas escotadas?— pregunta Conall desesperado, hurgando en mi armario en busca de algo atrevido.

Yo, sentada desde mi cama, ahogo un bostezo y niego con la cabeza.

Hoy, los chicos se han despertado temprano para buscarme algo que ponerme, pensando que tardaría horas en alistarme. No es así, yo tardo minutos porque casi siempre voy con lo mismo.

—¿No ves que no hay nada?— dice Bruce revolviendo entre mis calcetines.

Si siguen así lo siguiente será la ropa interior.

—Exactamente— les freno, apartándolos de mi ropa. —¿También pensáis escogerme la ropa interior?— pregunto sarcástica, colocando de nuevo la baja pila de sudaderas negras.

—Si así lo quier...—

—¡Mirad lo que he encontrado!— Chad interrumpe a Conall, entrando junto a nosotros con una apretada camiseta azul en sus manos.

—Esa no es mía— reconozco. Toda mi ropa es negra o gris.

—Ya, es de Anne, se la dejó colgada en el jardín— habla casual, enseñandosela a los chicos, que asienten como si manejaran el tema de la moda.

No voy a ponerme eso.

—Ve al baño a cambiarte, te esperamos aquí— dice Conall, dando un brinco en el suelo para caer de lleno en mi cama.

Niego con la cabeza.

—Es mi habitación—

***

Abro la puerta, no sin antes coger mi chaqueta de cuero . Anne era más baja que yo, por lo que no sé como he podido entrar en la camiseta.

Bajo las escaleras y veo a los chicos en los sofás. Ellos se giran y al verme sonrien.

—Calvin va a picar— Bruce envuelve un brazo en mis hombros y vamos hacia la salida.

Chad asiente y se adelanta junto con Conall, que va arrancando el coche.

—¿Y que se supone que debo decirle?— pregunto, guardando mi pistola en la bota.

Conall golpea con los dedos el volante. Él está nervioso.

—Intenta entablar una conversación con él— dice Bruce, que no parece nada perturbado.

Asiento, acabando con la conversación.

***

—Vamos, estaremos en esta calle— Hace un ademán Bruce para que baje.

Salgo del coche decidida, con la cabeza alta. Ignoro las miradas de ellos clavadas en mi nuca, advirtiéndome de las consecuencias que podría tener si lo hacía mal.

Llego frente a su puerta y llamo. Antes de que abran abrocho mi cazadora.

—¿Qué haces aquí?— reconozco a Tadd, que intenta intimidarme con su voz grave.

Rebusco en el interior de la casa en busca de gente pero está vacía.

—Busco a Calvin— Respondo al moreno de ojos azabache, al igual que los míos. Casi no se le ve la pupila, algo que me incomoda.

—Espera— Cierra la puerta y me deja fuera, lo que me hace preguntarme si tienen cámaras como para habernos visto ayer.

—Ha dicho que espere, estoy fuera— Susurro al pequeño micrófono en mi camiseta.

—No te alteres— Habla Conall, justo al tiempo en el que Calvin abre.

Me mira y luego a ambos lados, comprobando que vengo sola. Inspecciona mi ropa en busca de armas o micrófonos.

—No tengo nada— miento.

—Pasa— habla brusco.

Genial, justo en la boca del lobo.

Matando A CalvinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora