𝘄𝗼𝗹𝗳 ━𝘀𝗸𝗼𝘁𝘁

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"soy un lobo, aullando a la luz de la luna, en tu puerta"

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"soy un lobo, aullando a la luz de la luna, en tu puerta"

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La vida del chico era difícil, siempre lo fue, desde el comienzo de su nombre hasta el apellido y ya era mucho que decir de su aspecto.

Agamenón Prokhorov solo era un adolescente que quería ir a una buena escuela, graduarse y conseguir lo que jamás había tenido, una familia.

Todo eso quería, pero hablamos del pasado, para un niño, sin hogar, no era bueno soñar tan alto.

Agamenón había llegado de meses a las afueras de Brooklyn, a un orfanato. Con las únicas posesiones de una canasta, una manta, un gorro, también una insignia en donde decía su nombre, tipo de sangre y la fecha de nacimiento.

Reglamentariamente, no se podía aceptar niños abandonados, como el caso del pequeño de ojos rasgados, pero el corazón de la madre Margaret había sido tentado por aquella piel blanca, mejillas redondas y poco cabello negro, por lo que fue ingresado.

Agamenón creció con una familia, había niños de su edad, más pequeños y más grandes, sin contar que veía a Margaret como su madre, nada más le faltaba, incluso después de pasar los diez y saber que después de esa edad era casi imposible que alguien lo quisiera.

Sin embargo, en la actualidad solo le faltaba un año para irse, incluso había conseguido un trabajo en el barrio de Queens en un pequeño café, conocido como Starbucks.

Si, todo iba bien, hasta que tocaron a la puerta del orfanatorio preguntando por un adolescente de diecisiete años, ¿quién lo diría? Una familia quería adoptar a Agamenón.

Como era costumbre, Margaret tenía que hacerle preguntas a la pareja, era inusual preguntar por alguien grande cuando la mayoría de familias deseaban a alguien entre recién nacido a los cinco años, Margaret no lo quería aceptar, porque le dolía, aunque sabía que iba a estar mejor.

-Entonces, tienen dos hijas adoptivas más, viven en Queens, ambos sostienen trabajos estables y tiempo para ver a los niños, Señor y Señora Brown, ¿Por qué desean adoptar a alguien de esa edad?

Los señores, quien según los datos era pareja joven, aún no pasaban los treinta, se miraron para sonreír y que el Señor Milo Brown contestara: -Muchas parejas jóvenes buscan niños pequeños, dejando de lado a los mayores, no queremos traer hijos al mundo teniendo tantos que sus padres los dejan o no pueden tenerlos, sabemos que a los dieciocho ellos se pueden marchar del orfanato sin idea de lo que es tener una familia, nosotros queremos algo bueno para estos niños.

Margaret se detuvo a pensar, si era mentira todo, estaba muy bien estructurada y demasiado convincente, pero al final, esos padres eran los mejores calificados para Agamenon.

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En la parte trasera de una Jeep, el de cabello negro veía los coches pasar, hace unas horas había tenido una ligera charla con los señores Brown y se habían compaginado muy bien, aunque no le agradaba la idea de vivir con dos hermanas, pero pronto se le quitó al saber que tendría un cuarto para el solo.

-La madre Margaret nos comentó que a veces eres muy callado -preguntó la que ahora sería su madre.

-Solo a veces -comento un poco despreocupado y sin interés.

-Mañana arreglaremos todo para que te unas a la mejor escuela de Queens, te lo mereces.

En todo el camino no habían visto los relucientes dientes del chico, hasta ese momento, les dió una larga sonrisa para dirigirse a escombrar y acomodar su cuarto a como el deseara.

Pasaron unos cinco minutos y Agamenon seguía parado, sus ojos viajaban por lo que sería su habitación, mucho mejor que la del orfanato, respiraba el aroma de todo, quizá eso se sentía tener una familia.

Incluso en el momento en que escucho un, "La cena esta lista", de la señora Brown o mejor dicho, Cameron.

Lentamente bajaba las escaleras y se encontró con dos cabelleras más en la mesa, dos rubias para ser exacto, cuando se dieron cuenta de su presencia ambas se levantaron de la mesa dejando ver sus ojos claros.

-Soy Joyce -dijo la menor de aproximarme, ¿ocho años?

-Y yo Rosie, según Milo -y miró a ver a gran padre Brown- Solo soy mayor que tú por dos años.

-Agamenon -le regaló una sonrisa a ambas.

Posteriormente lo dejaron sentarse en medio de ellas, conversando y contando cualquier cosa, riendo, divirtiéndose.

Hace mucho tiempo que Agamenon no dormía tan bien, por lo que sus ojos lentamente se cerraron, pero no duró mucho, a lo lejos el olor de humo inundó las fosas de Agamenon, y abriendo unos ojos diferentes.

Umbrella, 우산Donde viven las historias. Descúbrelo ahora