𝗺𝗼𝗼𝗻𝗰𝗵𝗶𝗹𝗱 ━𝗿𝗺

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"A la hora de la luna, miro el cielo
a través de mi alma, voy a
mostrarte tu ventana, tu hora"

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Agamenon se encontraba sentado en la sala, la computadora de su hermana reposaba en su muslo derecho mientras el hacia la tarea de economía, Joyce tenía su pequeña cabecita en la pierna izquierda de su hermano, solo ella podía hacer eso. Rosie estaba del otro lado de la sala, sentada en el piso recargada en la pequeña mesita haciendo su tarea.

Pronto llegó Milo y de igual forma se sentó en el sillón individual con su periódico, tiempo después llegó Cameron conmovida por la escena, hace pocos días llegó Agamenon y ya era parte de la familia, por lo que se sentó en el posabrazo del sillón donde se encontraba su esposo.

El joven notó su presencia, por lo que acabo el silencio sin despegar la vista de su computador: —Cameron, un chico de la escuela me llamará en estos días para hacer un trabajo, quizá venga, ¿hay algún problema?

La mujer sacó una sonrisa, estaba emocionada, su niño ya tenía un amigo, no le preocupaba mucho que no le llamara "mamá", lo haría poco a poco, de hecho ya lo estaba haciendo, solo a veces.

—No lo creo, ¿Verdad, Milo? —le pegó levemente a su marido.

—Si, claro, ¿es tu amigo?

—Es un grado menor a mi, dos años de diferencia.

—¿Es lindo? —por alguna razón pregunto su madre, a lo que el joven la miró.

—No lo sé, no lo he visto de "esa forma".

—¿Qué forma? —se metió a la conversación Joyce.

—De la misma en que vez a las gomitas de pingüinos —le respondió Rosie, a lo que la menor solo contestó con un "oh".

—Hijo, si te gusta, puedes decirlo, aquí no juzgamos, esta casa está abierta a toda clase de experiencias, sin excepciones —Milo tenía el semblante de estar a punto de dar un discurso de amor hacia la familia.

—Entonces si yo traigo una chica, ¿estaría bien visto y me dejarían pasar la noche con ella? —aprovechó Rosie la situación para manejar un poco a sus padres.

De mientras, Joyce y Agamenón comenzaron a jugar a no parpadear, sin embargo, su pequeña hermana le tapo los ojos, pudo sentir su piel vibrar, estaba pasando, no eran más de las ocho, aún era temprano, por lo que lentamente se calmó o intento retrasarlo para levantarse.

—Ya es tarde, mamá, papá, no tengo nada que ver con Peter, solo me pidieron trabajar con el, buenas noches.

Los dos adultos se quedaron un momento en shock, rara vez les llamaba "mamá", "papá" y con trabajos, ese vez fue tan natural.

Lo que no se imaginaban era que su hijo adoptivo ya estaba corriendo por las calles de Queens para salvar el día o la noche en eso instantes.

Agamenón podía ver correr al Hombre Araña por los jardines de la residencia donde veía a lo lejos una camioneta sin puertas traseras con lo que parecía gente adentro, para su suerte él arácnido se dio cuenta de su presencia en los techos.

—Tú...—su voz se escuchaba agitada de tanto correr—... ¿qué haces... aquí?

—Tu trabajo —y antes de decir algo más se lanzó hacia la camioneta clavando sus uñas como ancla.

En esa condición el mayor tenía un altura de dos metros, lo compensaba con su mínimo peso lo cual provocaba su elasticidad junto con su flexibilidad como cual felino, con sus garras saco la parte de arriba pero no se esperaba que ya lo estuvieran esperando disparando con un arma extremadamente rara, los instintos del chico eran mayores pero provoco que el disparo pasara rozando su abdomen, antes de caer al piso fue elevado por alguien con unas alas metálicas, arriba pudo ver que lo llevaba al océano justo como el otro chico, sin embargo, pudo recuperar sus fuerzas y tomar una ala del villano provocando que lo soltara.

Todos los gatos caen de pie, se repetía en las alturas mientras veía que alguien entraba al agua y sacaba el cuerpo del hombre araña, nadie lo salvaría, por lo que anticipó su caída con un árbol cerca clavandole sus garras hasta quedar estancado para poder bajar lentamente,  miro sus manos llenas de sangre, necesitaba un arma que lo ayudara.

Saco un suspiro al ver que no tenía ni idea de dónde se encontraba, tenía cero sentido de la orientación, pero de algo servía tener los sentimientos desarrollados más que cualquiera, así que comenzó a buscar un rastro, oído, incluso visibilidad, hasta que pudo escuchar una muy lejana voz de lo que parecía Cameron, decido seguirla.

Sus sentidos jamás mentían, encontró a lo que hoy le llama hogar más rápido de lo esperado, a la hora de entrar a su habitación miro el cuerpo de su hermanita, lo había estado esperando toda la noche, pero no apareció, se quitó su máscara aventandola lo más lejos posible en su cuarto, al igual que su traje para meterse en la cama con la niña para abrazarla cual peluche y dormir aunque sea un poco.

Umbrella, 우산Donde viven las historias. Descúbrelo ahora