Por allá que a los doce meses ya muchas cosas habían pasado y dejado de pasar, aunque tú seguías en el lugar donde no sabía si el tiempo se había detenido o simplemente me estabas esperando. Era una linda vista para variar, veía tu faldita y tus chanclas yendo por delante mío. Sentía que le estaba dando vacaciones a cierta parte de mí que solo pertenecía a ti, una cuyo nombre jamás rimaba con el mío. Aunque sus iniciales juntas formaban tu nombre, o al menos como yo te llamaba que eran solo cuatro letras. Eras una palabra de cuatro letras que me hacía feliz— ¿Qué más podía pedir?
Incluso a tiempos de ahora que trato de recordarte bien solo me viene una imagen aterradora y cruel. No me entiendo por qué si por aquel entonces eras más bien todo lo contrario a alguien que me quería dañar, en esencia solo buscabas la forma correcta de quererme. Oh, creo que es por eso que te me haces tan mala, era impresionante que incluso pasando tanto tiempo nunca lo hubieras encontrado. Creo que lo pensaste demasiado, yo ya sabía que no ibas a encontrarlo porque si tratabas de pensarlo ya me perdías, yo no quería que me pensaras, quería que me vieras mientras corría detrás de ti. Al final solo te perseguía pero no me hacía sentir menos, el problema es que comenzaba a usar lentes y tu estatura no ayudaba, tenías que gritar mi nombre pero a veces sonaba raro cómo lo decías y me confundía con mi antigua mejor amiga, y paraba y trataba de determinar quién me hablaba. Era raro. Sí era ella.
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La carta
PoetryEra un escrito que volvía a un hombre alguien mortal. En sus ratos libres pensaba sobre cómo morir, sobre cómo dejar los recuerdos fluir a un pasado tan ajeno como lo eran sus amistades más viejas. Deseaba un mundo a lo utopía donde vivir no fuera t...