No sé

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Sentía que te quería como te veía y que al rozar mis dedos en tu frente era raro que te asquearas. Era como si mis manos no fueran a las que estabas acostumbrada cuando eras más pequeña, pese a que no habías crecido mucho tras las vacaciones. 

Parecía que te habías desacostumbrado a mi trato y ya no peleábamos, era como si no recibiendo un golpe en el hombro o yo jugando a que me gustaba más tu hermana que tú te hacía sentir extraña. Pero la realidad es que siempre prefería abrazarte y agarrarte porque te quería más a ti que a ella, y a muchas otras menos que a ti cierto.


Teníamos un mismo uniforme y volvíamos a estar juntos, era buena suerte porque entonces pudimos crearnos apodos y llamarnos por nuestros nombres de manera ridículas y pretenciosas. Sentía que todos los meses que desapareciste hicieron que renacieras con la fuerza de un ave fénix y quisieras quemarme de tu pasado. Escribiste entonces un testamento donde prometías que me querrías aunque llegaramos al final y nos separamos— era curioso porque apenas había comenzado el semestre.


Ya tantos años que pasaron desde que me contaste que te sentías celosa de que yo tuviera otras amigas que me pregunto si has notado que a mí me pasaba lo mismo. Incluso ahora veo tus fotos con otras personas y me siento olvidado. Debido a esto cada noche que puedo y me siento leo de nuevo tu escrito— Decías que me querías y que querías que yo lo hiciera y así lo hice y ya pasó tiempo desde que te lo dije. No entendía si era mentira en ese entonces y por eso tiene tan buen efecto. Ahora que lo leo y sé, por eso cuando dudo que si era así no me cuesta imaginarme que en el pasado era distinto; Lo siento por querer exhibirte como la mala en esta historia pero es que nunca supe lidiar con el odio. Cada vez que me decías que yo era feo o raro o extraño o feo o viejo o feo o no era nadie, sentía que todas las personas que nos veían y por las que lo decías eran aquellas que me hacían tenerte celos. Te tomabas fotos con ellos y querías que te aceptaran pero yo también, pero a mí me insultabas y a ellos no. Recibía un trato especial pero eso no me hacía feliz. Después te disculpabas y yo te culpaba de ser esclava de ser falsa. Sentía que lo nuestro era una farsa, pero aun así te disculpabas. Y te perdonaba, y te disculpabas— y te perdonaba y te disculpabas. Duramos así un no sé que si a muchos días o semanas o meses o... ¿ya me quieres o sigues diciendo que no?

La cartaWhere stories live. Discover now