5 Madriguera de conejo

126 12 1
                                    


- No Alya, ¡Ya dije que no!

- Vamos, Mari ¡Solo uno!

- Ya te he dado tres.

- Y aún queda espacio para más...- la morena se abalanzó sobre su amiga, quien con la caja en mano se levantó esquivándola y dejando que ella cayera recostada en la banca del parque- ¡No es justo! - se quejó cruzándose de brazos con un mohín y sentándose en posición de indio sobre la banca- Hay muchos ahí ¡cerca de 20! y tú no compartes más conmigo, con tu mejor amiga- la morena la escruto con la mirada mientras la azabache se reía de su actitud infantil- Estafadora.

- Vamos Alya, no es para tanto- le dio unos golpecitos en el hombro mientras se sentaba nuevamente con la caja- Recuerda que le prometí a Nino guardarle algunos, y de seguro no quedara conforme con la cantidad si sigues comiéndotelos sin que él esté aquí.

- ¿Pero quién se resiste a los dulces de tu casa? Que Nino nos esté haciendo esperar es una forma de tortura.

- ¿Qué forma de tortura intentaría yo con mi chica? - ambas amigas levantaron la mirada y vieron al moreno sonriendo.

- Hola ¿ves? Nino si vino- señaló la azabache con burla hacía su amiga.

- Si, Nino y...- el moreno sacó su brazo de atrás de su espalda y mostró a quien había traído prácticamente  arrastrando. Al ver al nervioso rubio, la azabache borró al instante su sonrisa burlona y la cambio por una de cansancio. Los dos se miraron por un par de segundos, sin ninguno aninarse a decir algo, pero pronto el moreno intervino- No te molesta ¿cierto? Adrien se libró de una sesión de fotos y quería pasar el tiempo conmigo, y como recordé que traerías dulces pensé en que sí nos podría acompañar- mostró una gigantesca sonrisa para aflojar y convencer a su amiga, mientras su compañero junto a él algo apenado se frotaba el brazo.

- Si, no hay molestia- musito secamente. La chica se hizo a un lado en la banca, cediéndole espacio al rubio y tratando de distanciarse para evitar rozarse con él, mientras que el de lentes se sentaba junto a la morena.

- ¡Oh genial! Macarons de fresa - el moreno extendió una mano y sacó un dulce de la caja, mientras su novia le daba un codazo en el costado.

- Déjame algunos, sabes que son mis favoritos.

- ¡Más razón para devorarlos todos! - rio tratando de extender una mano a la caja, pero la chica junto a él detuvo su mano.

- Ni te atrevas Lahiffe- le advirtio riendo la morena.

- Oblígame Cesaire- dijo comenzando a hacerle cosquillas mientras la azabache reía levemente ante la pareja.

Marinette escucho una risa detrás de ella, rodando los ojos y haciéndola recordar que no solo estaban ellos tres.

- ¿Quieres uno? - pregunto suspirando con un tono de poca emoción, girándose al rubio y abriéndole la caja para que viera los dulces.

El rubio al instante dejo de ver a la pareja de morenos mientras que detuvo sus risas, sonrió nervioso mirando los macarrons tratando de escoger. Finalmente tomó uno de chocolate y le dio una pequeña mordida sin atreverse a ver a la azabache, quien claramente no se sentía muy cómoda con su presencia. El chico abrió sus ojos con sorpresa ante el delicioso sabor del dulce, dándole una segunda mordida y sonriendo con agrado ante el exquisito sabor que se repitió.

El rubio contempló junto a él a la chica, quien con el mentón apoyado en la mano miraba al frente, dándole pequeños mordiscos a su macaron al parecer no lo suficientemente a gusto como para disfrutarlo como él. Adrien borró su sonrisa, quería animarse a hablarle e interactuar sin que se dispararan las incomodidades o la frialdad, pero sabía que era camino empinado... qué suerte que era lo suficientemente cabezota para comenzar a subir.

Paris de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora