Uno

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Bueno

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Bueno...

Ir al penúltimo año de la nueva preparatoria no tenía nada de emocionante, así como que alguien estuviese tan consiente de que faltaban nueve horas con treinta minutos no era común.

Pero aquí estaba, asustándome con la idea de asistir a una después de tanto tiempo.

Se suponía que debía tener cierta valentía para este entonces, se suponía. Lo único que agradecía de todo esto era que pudieron inscribirme a un curso por la mañana porque, aunque odiaba madrugar sabía que si volvía a intentar estudiar por la tarde tendría que reorganizarme.

Inicié colocando la ropa encima de mi cama aprovechando que la luz tenue de mi habitación brillaba más de lo normal, o tal vez eran alucinaciones mías. Estaba siguiendo la vieja costumbre de decidir qué me pondría mañana para después del segundo día aparecer con la primera prenda adecuada que hallara.

También debía cambiar eso.

—¿Lista para volver al mundo? —Escuché decir a Sara desde la puerta, quien se adentraba a mi dormitorio dispuesta a sentarse sobre mis celestes sábanas. Solo asentí con la cabeza antes de formular:

—Párate. —Ella no opuso resistencia, dándome espacio para arrojar otra tanda de ropa.

—Guau, sí vas en serio con esto —descubrió maravillada al verme separar las prendas—. Lo normal es que te coloques lo primero que encuentres, ¿te sientes bien? —Fingió preocupación colocando sus manos en mi frente, simulando medir mi usual temperatura.

—Me siento bien, niña dramática. Ya sabes lo importante que es esto para mí —expresé con gracia—. Bueno, en vez de burlarte mejor dime cuál me pongo —comenté mostrándole mis dos opciones de blusa.

La primera me encantaba pues era un estampado de blanco con azul junto a un lindo moño del mismo color en la parte superior, al contrario de la segunda que se notaba más simple, también era en blanco, aunque sus mangas largas estaban rodeadas por líneas negras al final de ellas.

Mi hermana posó sus marrones ojos en una camisa por dos segundos antes de proseguir en analizar la otra.

—Te verías bien con la segunda... —Se arrimó hasta mi closet para abrir el cajón donde guardaba mis pantalones—. Y con este —sentenció entregándome un jean negro.

No le iba a discutir porque si se trataba de ropa esta chica era la indicada para ello, tenía una especie de don pues sabía con exactitud qué utilizar en cualquier momento, además de que le apasionaba todo lo que esto implicara. Algunas veces le sugerí que se dedicara a la pasarela, el diseño o algo que involucrara la moda, sin embargo, ella se aferraba a que tomar una de esas carreras no le llevarían a ningún lugar.

De cierta forma la entendía, ingresar a una industria como esa era bastante complicado, aparte de que nada se le garantizaba.

—Gracias. —Hice una breve pausa para que disfrutara de mi cumplido el tiempo suficiente—. Al parecer ser tan vanidosa sirve de algo —admití sonriente por su teatral expresión de ofendida, mas pronto me alejé al ver sus intenciones de pegarme.

¡Cállate, cerebro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora