Cumpleaños

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Hace mucho tiempo, cuando las criaturas místicas convivían con el ser humano, existió un pueblo, que no se apegó a esta paz con el mundo fantástico.

Mucho de los grandes reinos se ayudaban mutuamente con los seres de la naturaleza. Ya sea la ayuda de los enanos para las armas, o de ents (criaturas en forma de árboles)para guiarse en el bosque, e incluso muchas veces de los seres marinos, para guiarse en una noche de tormenta en altamar.

Pero el pueblo de Creta a pesar de no declarar abiertamente la guerra, siempre tuvo una relación peliaguda entre su reino y el reino vecino, el reino de los dragones.

De todas las criaturas, los dragones, eran una de las criaturas que no convivan con las demás especies, eran reservados y hostiles. Incluso entre las demás criaturas era muy raro ver uno, su reino incluso era un misterio mismo.

Nadie jamás había entrado en él, todos sabían que los dragones eran guerreros avariciosos, por lo que las leyendas decían que las paredes eran de oro, y que la plata desbordaba de los cofres. Se decía que hace mucho un humano había logrado entrar y que casi lograba destruir al mismísimo rey.

Pero nunca salió, por lo menos vivo, pero claro eso solo era un rumor...

En el reino de Creta los rayos del sol daban fuertemente al palacio real lográndose colar por las habitaciones, en una de ellas se podía ver un bultito de sabanas revolverse, de entre ellas salió una larga cabellera rubia, el cuerpo blanco como la porcelana tenía una fina bata verde de seda puesta.

Los perezosos ojitos violetas se abrían para volverse a cerrar por ratos, despacio se levantó y llamo a los sirvientes para que prepararan el baño, se sentó en el tocador de madera y se empezó a desenredar la dorada cabellera rizada.

El hermoso doncel rubio era el hijo mayor del rey de Creta, el orgullo del reino, debido a la belleza que poseía, de ojos violetas con espesas pestañas, y la piel blanca casi traslucida a pesar del constante calor del reino, cintura definida y caderas anchas, piernas largas curveadas y cuerpo esbelto.

Era el cuerpo más deseable, incluso la leyenda de su belleza se extendía otros reinos.

Alex sabia el poder de su belleza, sabía lo que causaba en los varones, él era un príncipe caprichoso y consentido, y eso le encantaba.

Su padre siempre lo protegía de las malas lenguas, y siempre cubría sus travesuras.

Ya más despierto se dirigió al baño en donde los criados lo esperaban, sin el menor pudor se quitó la bata y se metió en la bañera.

Christopher Cornwall soberano de Creta desayunaba tranquilamente, escuchando los parloteos de su hijo menor y los intentos por callarlo de su esposa, en medio de la mesa había un pequeño pastel con una vela, hoy su pequeño cumplía dieciocho estaciones.

Sabía que lo había malcriado, y que muchos nobles se habían quejado por su comportamiento, al igual de que solo le quedaban unos años para encontrar pareja, sino quería ser un "quedado", pero simplemente no podía con su hijo.

Muchos varones, desde guerreros famosos hasta príncipes y reyes habían pedido su mano, pero siempre recibían una negativa por parte del caprichoso de su hijo.

Si su hijo no se decidía pronto él tendría que encargarse de encontrarle esposo. Con tantos rumores a su espalda, no era bueno que siguiera siendo soltero.

La pesada puerta del comedor se abrió dejando pasar al joven doncel, no pudo si no que suspirar al mirarlo, era tan hermoso.

-buenos días papá- le dijo alegre corriendo hacia él, y sentándose en su regazo.

Bajo tus alas...¿o garras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora