Bajo manos enemigas

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Alex sentía dolor en todo el cuerpo, pero sobre todo un terrible ardor en el trasero. No quería abrir los ojos, se sentía cómodo y calientito donde estaba, abrió ligeramente los parpados, estaba en una habitación, todo estaba oscuro.

De entre toda la oscuridad, algo brillo, giro un poco la cabeza, unos amarillos ojos de gato lo miraban fijamente, decidió rendirse ante una nueva ola de cansancio.

Dio un suspiro y se sumió en un delicioso sueño.

Cador miraba fijamente la carita bella y lisa, el pequeño doncel frente a él se encontraba sumido en un profundo sueño, del cual parecía no querer despertar, solo hace unos momentos había abierto los ojos solo para volver acerrarlos.

No sabía que mierda estaba haciendo, sabía que el chiquillo frente a él no era André, era simple imposible, él estaba muerto, pero aun sabiéndolo lo había traído a sus tierras, no solo eso al mismo palacio real.

Su parecido era realmente asombroso, de no ser por el cabello rubio y rizado, en los demás era igual, se pensaría que tal vez pudiera ser su hijos, pero también era imposible, él hubiera sabido la existencia de un hijo, sobre todo si era de él.

Se levanto para salir de la habitación, era un verdadero estúpido, había actuado contra todo instinto racional, traer a un desconocido, y en especial a un humano era imperdonable. Todavía recordaba el enojo de su hermanito y el desconcierto y alarma de toda la manada.

No era sorprendente la reacción de los demás cuando su líder regreso con un humano en los brazos, un humano inconsciente y lastimado, pero sobre todo un vivo.

-¡Cador!-el grito del menor resonó en el sepulcral silencio que se había instalado con su llegada.

Ignorando las miradas se dirigió a donde hacia solo unos minutos estaba durmiendo, con cuidado asentó al humano en el revoltijo de sabanas, sentía la furiosa mirada en la espalda.

-¿y bien?- bajo la mirada hacia el doncel pelinegro, que como los demás y el mismo estaba desnudo, los acusadores ojos azules refulgían en su contra, bajo un la mirada al piso, encontrándose con el gran vientre hinchado.

-¿y bien qué?- decidió por hacerse al tonto, si era lo mejor, sabía que no se saldría con la suya, su hermano tenía un gran odio contra los humanos, en especial si alguno osaba acercarse a su querido hermano.

-¡Cador!-

-¿Qué quieres que te diga?- paso las manos desesperado en sus cabellos- lo encontré tirado en el suelo- vio las miradas que estaban atrayendo, jalo lo más delicadamente posible el delgado brazo, se alejaron un poco para tener privacidad.

-¿crees que soy tonto?- reto el menor- ese humano es igual el-reclamo con los ojos aguados-dime la verdad Cador ¿te acostaste con él?-pregunto ya angustiado.

Los fuertes brazos rodearon al delgado y hermoso cuerpo.

-claro que no Mikel- reconforto el hombre- tu mejor que nadie lo sabes-

El doncel se dejó llevar por la fragancia masculina, alzo la cabeza para intentar llegar a los labios de su hermano, pero fue rechazado suavemente.

El varón de alejo un poco incomodo de su hermanito, ignorando la anterior intención hablo.

-voy a llevarlo conmigo-

-¿¡qué?!-

-yo...-

-sé lo que dijiste-corto el doncel-¿pero por qué carajo tendríamos que llevar a un humano a la tierra sagrada de los dragones?-

Bajo tus alas...¿o garras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora