Soldado Universal

Retrospectiva

En medio de un dolor insoportable Leya se percató de que no había manera de que ella pudiera sobrevivir y que su muerte estaba cercana pero extrañamente la pobre Leya no se encontraba angustiada por el hecho de su inminente muerte, la vida de Lisa era la prioridad número uno, su vida era algo secundario.

Desde que tenía memoria le habían enseñado que la vida de uno no tiene gran importancia lo importante era el estado, estar dispuesto a servir al estado a luchar por el estado y si era necesario a morir por el estado. Leya había servido al estado al asegurar la supervivencia de Lisa por lo que podría morir con una sonrisa en su rostro al haber cumplido su deber con su país.

Así que postrada en el suelo Leya sintió como poco a poco perdía el conocimiento y como las fuerzas abandonaban su cuerpo, sin embargo, el destino quiso que Leya no muriera ese día.

Flashback

Mientras Leya perdía poco a poca la conciencia toda su vida paso por delante de sus ojos, y el primer recuerdo que le vino a la mente fue el del lugar en donde paso gran parte de su vida, un lugar que ella describiría como un enorme complejo militar ubicado en medio de la nada, y resguardado día y noche por gente armada.

Un complejo militar en donde la joven rubia paso la mayor parte de su vida entrenando tanto física como intelectualmente con el propósito de que algún día pueda convertirse en una herramienta eficaz al servicio de los intereses del estado, mientras Leya pensaba en ese lugar barios recuerdos de su infancia comenzaron a manifestarse.

El recuerdo más viejo de su infancia era uno en el que tenía tres o cuatro años y en el que se encontraba sentada en un gran asiento junto a varios niños de su edad viendo una gran pantalla en la que se mostraban toda clase de imágenes en relación con la bandera norteamericana, el tío Sam, y otros símbolos patrióticos en relación con los Estados Unidos.

Básicamente desde que tenían uso de memoria a Leya y otros tantos niños se encontraban con ella en aquel complejo se les enseño a amar a su nación sobre todas las cosas, incluso sobre sus propias vidas y sobre sus propias familias

Leya recordo que en este último aspecto las personas que se encargaban de ellos en aquel complejo militar habían sido muy claras con Leya y sus compañeros ya que se les habían dicho de que fueron separados de sus respectivas familias con el propósito de que servirían a la nación y que aquello era un gran honor por el cual debían sentirse orgullosos.

Gracias al constante lavado de cerebro que sufrieron ella y el resto de sus compañeros aceptaron aquel echo sin basilar e incluso algunos, entre ellos la propia Leya, llegaron a sentirse orgullosos por aquello.

Claro que aquellas personas no se limitaron a lavarles el cerebro a Leya y a los otros pobres niños que estaba con ella sí que también se dedicaron a alterar genéticamente a los pobres niños.

La pequeña Leya también pudo recordar como a ella y sus compañeros se les inyectaba y suministraba toda clase de medicamentos y compuestos químicos que según los hombres de blanco servían para mejorar su fuerza, reflejos, agilidad y capacidad intelectual.

Paso el tiempo los recuerdos sobre su infancia se volvieron más palpables y lo primero que comenzó a recordar fue la rutina diaria que llevo a partir de los cuatro años, levantarse a las 7:00 de la mañana, entonar el himno nacional estadounidense, desayunar, estudiar, entonar el himno estadounidense antes de almorzar, estudiar, entonar el himno estadounidense antes de cenar y luego dormir y así sucesivamente hasta que cumplió los siete años.

Cabe destacar desde los cuatro años Leya y sus compañeros se dedicaron mayormente al entrenamiento de su cerebro, se les enseño diferentes idiomas, conocimientos básicos y avanzados de materias esenciales como; matemáticas, química o leguaje, también se les enseño computación, como detectar jaquers y como jaquear equipos y sistemas de seguridad (cosa en la que Leya se destacaba muy bien) y otras muchas cosas más.