—Estás vivo... —Arnoz miraba con asombro e incredulidad a aquel ángel que lucía exactamente como lo recordaba. — ¿Cómo mierda es posible?
—Corrí con suerte. Es bueno saber que aún recuerdas lo que pasó. —Redén sonreía con tranquilidad mientras se acercaba al demonio con quien había tenido una interesante aventura tantos años atrás. —Me debes la vida, espero que eso tampoco lo hayas olvidado.
—Yo no te pedí hacer semejante estupidez, ¿dónde te metiste después de eso? ¿Cómo es posible que no murieras? El ataque de aquel Dios debió terminar contigo.
— ¿Acaso preferirías eso? —su rostro se ensombreció cuando se detuvo delante de Arnoz. —Si no quieres verme, puedo arreglarlo.
Le tomó del rostro esperando alguna reacción, podía notar que algo en aquel demonio había cambiado, su energía se mezclaba con otra y casi podía jurar que era la de una cría, ¿acaso Arnoz tenía contacto con algún infante? Tal vez debió cuestionar a Durfen sobre lo que le esperaba al llegar a Varnow.
—Deja de actuar de esa manera. —siseó Arnoz empujándole la mano con la que tocaba su rostro. —No he venido a recibirte para discutir contigo, ¿sabes por cuánto tiempo te busqué? Claro, eso no te importa y ni siquiera eres capaz de imaginarlo, es de esperarse si no te molestaste en avisar que estabas vivo.
— ¿A qué se deben esos reclamos? ¿Es que acaso herí tus sentimientos? —preguntó sonriendo sínicamente. —No te lo tomes personal, sabes que lo nuestro era pasajero, si no lo has superado entonces comienza a hacerlo, porque no me interesa volver a revolcarme contigo.
Arnoz paró un momento, de pronto él mismo no entendía la razón por la que le reclamaba. Si bien, mucho tiempo lo había buscado al punto de ausentarse de sus deberes en Varnow, eso dejó de importarle en los últimos meses, con el nacimiento de su pequeña hija realmente no tenía cabeza para pensar en Redén, por alguna razón su interés en encontrarlo se esfumó. Al verlo después de tanto, solo le provocaba rencor por el tiempo perdido y por la incertidumbre que sintió en su momento, pero no le agradaba su presencia, no añoraba acercarse a el y tampoco buscaba aquello que alguna vez compartieron.
Cuando el rey llegó en compañía de Grim, el demonio se marchó convencido de que no perdería su tiempo hablando de algo que dejó de ser importante. Ni siquiera cruzó palabra alguna con Zareth, lo que hiciera le tenía sin cuidado, pues tampoco abogaría a favor de ese ángel despiadado, sabía bien que al rey no le agradaba su presencia.
—Vaya, eres tú quien ha convertido el reino en una burla. —Redén habló sin importarle que se dirigía al rey, para él solo era el bastardo de Durfen, uno bastante idiota a su parecer.
—No eres bienvenido en esta ciudad, mucho menos en el palacio. —siseó Zareth.
— ¿Crees que necesito tu aprobación?
—Así es, los guardias se encargarán de ti.
—Por supuesto, dales la orden y veremos qué sucede. —sonrió ampliamente y miró a uno de los hombres que estaban detrás del joven rey.
El guardia era un demonio suficientemente fuerte para formar parte de la seguridad interna en el palacio, que de pronto se retorciera y gritara mientras caía al piso como si algo le quemara por dentro fue tan inesperado como riesgoso, Zareth atacó al ángel cuerpo a cuerpo distrayendo su atención hasta que el guardia fue liberado de su tortura.
— ¿Qué mierda crees que haces? —cuestionó tomando a Redén por el cuello y apretando con intención de dañarle. — ¿Te ha enviado mi padre?
— ¿Estás atrasado de noticias o eres idiota? —aún si le costaba hablar, Redén le miraba con desdén y la misma burla que no abandonaba su rostro. —Hace mucho dejé de servirle.
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El destino de Varnow
FantasyPrimer libro: El rey de Varnow. Segundo libro: Los herederos de Varnow. Tercer libro (continuación del segundo): El destino de Varnow. No hay resumen, ya que es la continuación directa de "los herederos de Varnow". Espero lo disfruten, sean todos bi...