Nathaniel y Castiel estaban en el hospital esperando a que la mujer de recepción mencionara al rubio para indicar el turno de Nathaniel.
Nathaniel estaba relajado, no era la primera vez que se encontraba ahí, estaba inalando el fuerte y reconocible olor que tienen los típicos hospitales, desde que estaba en embarazo había desarrollado algunas manías curiosas, como por ejemplo el placer que le causaba el olor a hospital; Castiel, al contrario que su pareja, estaba algo nervioso y su vocabulario físico lo delataba pues su rodilla izquierda temblaba, trataba de observar su entorno pero este le parecía aburrido y algo incómodo, mientras su mirada vagaba por la habitación se encontró con otra mirada un poco desagradable, un anciano los miraba como si se tratase de lo más desagradable del mundo, Nathaniel y Castiel estaban tomados de la mano, eso debía de ser lo que al anciano le causaba tanto desagrado. Castiel creyó que mirando al anciano y dando a entender que ya lo habían descubierto para que este se girará a discriminar otra cosa, sin embargo el anciano siguió con su desaprobación, el pelirrojo se molesto bastante, pero no quería armar una "escenita", como las llama Nathaniel, pero si el rubio se percatara de la mirada del anciano, se iba a sentir realmente triste e incómodo, así que Castiel debía de hacer algo...— Sr.Leblanc, es su turno, la Doctora lo espera en el consultorio número 10 —menciono la recepcionista, calando el enfado de Castiel, pero alterando aún más sus nervios.
— Vamos... —Hablo Nathaniel mientras se ponía de pie y camina al frente de su pareja hacia el consultorio que la señorita había indicado.
Cuando ambos entraron a la habitación destinada se encontraron con una mujer algo joven, su cabello era rubio y sus ojos marrones, era bastante linda y su apariencia indicaba que podría ser amable, sin embargo ninguno de los dos chicos se fijaba en las apariencias.
— Hola Nathaniel, veo que traes un acompañante... —dijo la doctora mientras se ponía de pie para estrechar la mano de su paciente, Nathaniel.
— Él es Castiel, mi pareja y padre de nuestro bebé... —presentó el rubio.
— Mucho gusto... —saludo Castiel mientras le sonreía de forma amable, pero no tan amable, pues conocía al rubio y este podía enfadarse por dicha acción.
— Igual —respondió la mujer— Nathaniel, ¿Cómo has estado todo este mes? —pregunto la chica mientras tomaba un gel y lo vertia sobre la barriga de Nathaniel, quien ya se encontraba en la camilla.
— Me encontrado bien... —dijo el chico mientras sentía escalofríos por el frío gel.
— Me alegro, ahora veamos como esta el pequeño, que nos ha jugado una buena... —dijo la doctora refiriéndose a que el bebé no había dejado revelar su género, lo cual frustraba a Nathaniel— Si no me equivoco, justo mañana se cumplen los ocho meses y este travieso no ha dejado saber a la doctora que cual es su género...
— Espero que hoy tengamos suerte y saber si será niña o niño... —dijo Nathaniel.
— ¿Ven esto? —pregunto la doctora mientras señalaba con su dedo una parte de la pantalla, ambos chicos asintieron— ¿Saben lo que es?
— No —respondió la parejita de manera sincronizada.
— Es un varón —anuncio la mujer con emoción.
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Nuestro, Tuyo y mío | Castiel×Nathaniel |
Romance¿Qué pasa cuando dos adolescentes totalmente diferentes de vean envueltos en una situación que deberán enfrentar? Castiel y Nathaniel son pareja desde hace tiempo, y, derrepente, están esperando un bebé el cual llegará a cambiar sus vidas. Un bebé...