Capítulo 9

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Narrador |Nathaniel|

Me encontraba en el taxi, iba de camino al restaurante de pastas en donde había quedado con Castiel, el maldito pelirrojo. Entre menos camino quedaba para llegar al destino, más aumentaba el nerviosismo. Ya me estaba empezando a cuestionar sobre si lo que estaba haciendo era lo correcto, un lado de mi dice: "Al carajo, dile al chofer que de media vuelta y deja a Castiel plantado, no es ni una gota de su propia medicina. El bebé no necesita a guitarristas irresponsables.", pero otra parte del el decía: "Que el orgullo se tire por un pozo, Castiel Miller es el maldito amor de tu vida. Por fin se hará realidad tu sueño de tener una familia con él.", era claro que su cerebro y su corazón estaban teniendo una pelea de muerte.

Nath estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando había llegado a su destino.

- Disculpe joven, ya llegamos a su destino -dijo amablemente el chofer.

- Muchas gracias... -agradeci un poco apenado, de seguro dure todo el viaje con cara de idiota.

Baje del auto y me aproxime a la entrada del restaurante, cuando me abrieron la puerta pude sentir el aire frío que el lugar tenía, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, incluso pude sentir como mi vientre se puso tenso durante un momento, al parecer no era el único nervioso por el hecho de ver a Castiel.
Di unos pasos para adentrarme al lugar, busque con la mirada a Castiel y pude dividirlo en una de las mesas un poco alejadas de la entrada, camine en dirección hacia la mesa. Cuando llegue a la mesa Castiel se levantó para jalar la silla en un gesto caballeroso, pero, aunque mi corazón gano la guerra, mi cerebro seguía insistente con lo de mi orgullo, así que por lo mismo me senté en la silla antes de que el pudiera hacer algo.

- ¿Llevas mucho tiempo esperándome?- pregunté de la manera más desinteresada y secamente posible. No quiero que sienta que estoy interesado en el.

- No... hace apenas unos minutos llegue -dijo él- ¿Cómo fue tu día? - pregunto de la manera más tierna y dulce que pudieran escuchar mis oídos.
Demonios, mi plan de orgullo no podrá continuar si el se comporta de manera dulce y tierna.

- Bien... -dije mientras desviaba mi mirada de la suya, la razón era que no quería que notará el leve sonrojo que brotó en mis mejillas, el cual pude sentir gracias al calor que está zona me causaba.

- No sabes cuanto me alegro de que estés bien -dijo Castiel de manera alegre- corrigo, de que estén bien... -

- ¿Y qué fue lo que pasó para que, después de tanto tiempo, te preocuparas por nosotros? -pregunte de una forma un poco cruel si les soy honesto.

- Paso que deje de ser un idiota... -soltó Castiel.

- ¿Y crees que sólo porque acepte cenar contigo todo está bien y borraste todos estos meses que te fuiste? -dije sin más.

- Te juro que voy a recompensar todo por lo que les hice pasar -se veía realmente arrepentido, sólo hacia que me confundida aún más con respecto a volver con el, en forma de pareja- Te amo Nathaniel y se que tu me amas -dijo Castiel- me lo confesaste en la comisaría, cuando me detuvieron... -

- Eso no significa que voy a regresar contigo... -admitió Nath- es verdad, te amo, pero sabes muy bien que hay cosas que nisiquiera el amor puede justificar... -

- ¿Qué quieres que haga? Haré lo que sea -demonios, esas palabras por parte de Castiel sólo hacían que Nathaniel se pusiera a sus pies. Conocía el carácter de Castiel, este era de carácter bastante fuerte, así que para que fuera amable y cariñoso contigo tienes que ser alguien importante para el, incluso con las personas que el realmente amaba era realmente crudo y apenas amable, pero eso hacia que los gestos de amabilidad y cariño se hicieran más valiosos.

Nuestro, Tuyo y mío | Castiel×Nathaniel |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora