Capítulo 41

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─No tengo tiempo para tus estupideces –dijo la mujer, mientras entraba al despacho de los Horan.

El rizado cerró la puerta tras de él y la miro con mucha seriedad.

─Así que vayamos al grano, niño Styles.

─Que cínica es usted –contesto acercándose hacia ella, ambos sosteniéndose la mirada.

La mujer arqueo una ceja y recargo sus caderas sobre el escritorio, al mismo tiempo que se cruzaba de brazos.

─Bueno, creo que tenemos algo en común, ¿No?

Harry sonrió irónicamente y miro detenidamente de pies a cabeza a la mujer.

Poseía un vestido de noche que a simple vista se miraba demasiado caro, accesorios brillantes, exceso de pintura en el rostro y un color de cabello castaño rojizo perfectamente agarrado en una cola de caballo.

Le sorprendía bastante ver lo diferente de su apariencia, nadie cambia tan rápido en tan solo un qño, a menos que tenga el dinero suficiente para hacerlo.

─Al parecer, ha aprovechado cada centavo que le he dado, ¿No es así?

La mujer relamió sus labios molesta y de nuevo inicio la batalla de quién miraba más a quién.

─¿Qué haces aquí?

─No, la pregunta es qué hace usted aquí.

─Mira...

─Su esposo no tenía muy buena fama en esta familia. Pero eso no importa porque ahora se consiguió a alguien más rico ¿No?

─Así es.

─Pero que egocentrista es usted.

─Cállate. Ya sé porqué me has traído hasta aquí.

─A ver, ¿Por qué?

─Es por él.

─Wow, me sorprende que no se haya olvidado de su hijo.

Rio irónico, y antes de que la mujer pudiera decir algo, la interrumpió.

─¿Si recuerda que hoy es su cumpleaños, verdad?

─¿Dónde está?

─No sé.

─No mientas, yo sé que está contigo.

─Si estuviera conmigo, ni siquiera tendría esta conversación con usted.

─¿Qué le has hecho?

Harry rio cínico y recargo su cuerpo en uno de los muebles color chocolate.

─¿Dónde está?

─Que no sé.

─Deja de jugar imbécil.

─Pues, yo no estoy jugando.

─¿Qué le has hecho?

─Muchas cosas.

─¿Por qué él no está contigo?

─Por hijo de puta.

─¡Ya basta!

─No se altere –sonrió– Ahora si le preocupa su hijo, verdad...

─Si no me dices dónde está, te juro que voy a demandarte.

─Uy, que miedo –rio caminando hacia ella–. Si usted me demanda, yo tendré mucho que declarar. Principalmente que usted fue la que me ofreció a su hijo por una fuerte cantidad de dinero, la suficiente para salir de su pobreza; y mientras su hijo sufría por mis maltratos, usted se compraba todo lo que alguna vez en su vida quiso.

Our Story | l.s (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora