43.

221 26 0
                                    

43.

Tres meses después...

Me siento en mi sitio y Robert lo hace a mi lado. Brian está colocando mi bolso en los compartimentos superiores y se acomoda en mi otro lado. Le sonrío mientras desenrollo los auriculares y escucho que el piloto comienza a hablar en inglés:

—Buenas tardes, pasajeros. Les habla el piloto, mi nombre es Ginés y voy a acompañarles en este viaje a San Diego...

Alzo la mirada, sorprendida, y escucho atentamente.

Es Ginés, mi Ginés.

¡Qué coincidencia!

Paso todo el vuelo histérica y ansiosa por encontrarme con él. Aterrizamos después de cinco horas y media y dejo que Robert vaya delante de mí. Con Brian no puedo hacer lo mismo porque su trabajo es estar pegado a mi culo.

Se encuentra junto a las azafatas. No me reconoce en un primer momento, pero cuando me observa por segunda vez, arquea las cejas y una sonrisa enorme decora su bello rostro.

No decimos nada, simplemente nuestros cuerpos deciden por nosotros y nos abrazamos.

—Qué bueno es verte —susurra en mi oído y me río.

—Pensaba que solo hacías vuelos europeos —exclamo separándome de él y me tengo que apartar en una esquina para que el resto de pasajeros salgan. Brian se queda conmigo.

—He cambiado de compañía —responde y me doy cuenta de que sus ojos marrones observan todos los detalles de mi rostro—. Estás hermosa, Nira.

—Gracias. —Me sonrojo y le sonrío—. Oye, tengo que irme, pero...

—Me quedo esta noche en San Diego —me informa y me río nerviosamente.

—Eso es genial. Podemos cenar juntos, si te apetece.

Mira su reloj, asintiendo, y vuelve a clavar sus ojos en mí.

—Me acabo de enterar que mi hotel tiene overbooking y tengo que buscar un alojamiento. ¿Qué te parece si lo dejamos para mañana y lo cambiamos a un almuerzo?

—¿Y qué te parece si te quedas en mi casa? —sugiero rápidamente y me pongo colorada de arriba abajo cuando él me mira asombrado.

—¿Tu casa?

—Sí, tengo una casa cerca del centro. Y dos habitaciones libres —indico avergonzadamente—. Así no te quedas en la calle esta noche.

Ginés está asintiendo desde la mitad de la frase y yo sonrío complacida. Le doy mi número nuevo y le digo que le mandaré la dirección, puesto que él todavía tiene cosas que hacer en el aeropuerto.

Entonces salgo del avión con Brian detrás de mí y Robert nos está esperando impaciente. Cogemos rápidamente el equipaje y salimos hacia el todoterreno, junto al que nos espera una marabunta de periodistas.

Odio a la jodida prensa.

—¡Nira, Nira! ¿Qué tal estás en tu vuelta? ¿Has visto o hablado con Arthur? Después de enterarte de lo ocurrido con el embarazo, ¿cómo te sientes al respecto? ¿Crees que ahora tienes posibilidades de volver con Arthur? ¿Te alegras de que no hubiera salido bien el embarazo?

Cuando escucho la última pregunta, me detengo abruptamente, provocando que Brian se choque conmigo. Me pregunta qué ocurre, pero yo busco a la persona que ha dicho esa barbaridad.

—¿Disculpa? —profiero mirando al muchacho, que me devuelve la mirada con ojos desorbitados y me acerca el micrófono a la boca. Al instante tengo un conjunto de ellos a mi alrededor, anhelantes de mis palabras—. ¿Me puedes repetir la pregunta?

Enamórate de mí. (NTEDM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora