20.

394 30 0
                                    

20.

El lugar donde celebramos mi presentación se llama Gore y Robert me comenta que es todo nuestro cuando entramos.

Veo mucha gente y le pregunto quiénes son.

—De la discográfica, algunos son amigos y otros empresarios. No te preocupes, simplemente están aquí como un apoyo. No tendrás ninguna propuesta —contesta sonriendo y lo imito.

—Entonces me relajo —bromeo y él aprieta mi hombro.

—Eso es lo que quiero, relájate y celebra el gran triunfo de esta noche.

Asiento y se marcha hacia la barra para pedir las bebidas. Mamá me acompaña a un sitio un poco más destacado que otros y me doy cuenta de que es nuestra "mesa nupcial". Veo que hay una caja de bombones enorme en medio de la mesa y al leer la tarjeta que la acompaña, frunzo el ceño.

Nunca me defraudas.

Me giro y miro a todos con la tarjeta entre mis dedos.

—¿Alguien de ustedes me ha mandado esto? —pregunto y papá coge el papel.

Al leerlo, su cara refleja el mismo desconcierto que la mía.

—Yo no he sido, hija. —Le enseña la tarjeta al resto y todos niegan.

Sacudo la cabeza con confusión y la dejo sobre los bombones, intentando no darle importancia.

A lo mejor fue alguien de la discográfica.

Cinco minutos después, regresa Robert con dos camareros que traen bebidas. Pero la protagonista es la botella de champán y justamente cuando el tapón salta, la familia Díaz hace acto de presencia.

Charles es el primero que coge una copa para que se la llenen y me río mientras Félix desliza un brazo sobre mis hombros y me da un beso en la sien.

—No sé si fue buena idea traerlo —reflexiona mirando a su hijo y me encojo de hombros.

—No te preocupes por él, se portará bien —aseguro y él hace una mueca, poco convencido. Paso un brazo por su cintura y busco sus ojos—. Gracias por estar aquí esta noche, sé que puede que no sea algo fácil para ti...

Los dos miramos a un ilusionado y sonriente Robert que reparte la bebida entre todos los presentes y el mexicano mayor suspira.

—Un hijo no tiene culpa del pasado de su padre —apunta y la garganta se me seca.

—Eso sí que lo aprendí en su momento. —Mi mirada se vuelve entonces hacia Arthur, que habla tranquilamente con Henry en una esquina del espacio.

—Evolet quiso que estuviera —se disculpa Félix apretando mi brazo.

—No pasa nada —susurro y vuelvo a contemplar sus ojos—. Ahora estoy tan feliz que no recuerdo nada de lo que ha pasado.

—Me di cuenta antes de que cantaras —replica y sonrío con vergüenza—. Parece que lo has olvidado satisfactoriamente.

—¿Estamos celebrando mi triunfo o un funeral? —protesto, separándome de él para coger dos copas.

Félix me observa con una sonrisa pícara y Robert se acerca a nosotros.

—Señor Díaz —murmura mientras llena mi vaso—, es un placer que esté aquí apoyando a Nira.

—El placer es mío, señor Sherwood. Tanto ella como su discográfica han hecho un gran trabajo —le responde Félix con educación y sinceridad y Robert alza las cejas, sorprendido.

Enamórate de mí. (NTEDM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora