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Entro en casa arrastrando la maleta y suelto las llaves en el mueble de la entrada.

—Y después fuimos al restaurante a cenar —finaliza mamá, siguiéndome al interior, y le sonrío.

—Así que va a ser en abril —murmuro y ella asiente con una sonrisa enorme.

—El quince. Y en Lanzarote —afirma y escuchar eso me alegra mucho.

—Qué bien, mamá. Me alegro tanto de que hayas encontrado a Fran y de que te vayas a casar con él. —Suelto la maleta y la abrazo con firmeza—. Y gracias por dejarme ser la que te acompañe al altar.

—Bueno, mi padre no estaría por la labor después de tantos años sin hablarnos —exclama entre risas y subimos a mi habitación para dejar la maleta—. ¿Cómo estás después de todo lo que ha pasado, cariño? Solo te vi una vez después de volver de Nueva York y luego te escapaste a México sin ton ni son.

—No me escapé, solo utilicé el regalo de cumpleaños que me dieron Félix y Evolet —me defiendo después de rodar los ojos y comienzo a deshacer la maleta—. Y estoy bien, mamá. Todo va bien.

—Me enteré de que Arthur vino aquí ese mismo día.

—Ah, ¿sí? —musito sin interés y voy al baño para dejar el neceser.

—Fue a mi casa cuando salió de aquí —revela mamá desde la habitación y mi reflejo en el espejo me mira sorprendido.

—Ah, ¿sí? —repito, esta vez vacilante.

—No sé de lo que hablaron, pero estaba muy desorientado. Lloraba y no paraba de decir que había hecho todo mal.

Me apoyo en el marco de la puerta con los brazos cruzados y la miro.

—Bueno, mamá, simplemente hablamos de que nuestros caminos están separados ahora mismo y de que necesitaba estar sola.

—¿Ahora mismo? —puntualiza y mi respiración se entrecorta.

—Mamá... —susurro con advertencia y ella sonríe.

—Solo quiero entenderlo, Nira.

—No hay nada que entender. Necesito estar sola, o no estar con nadie, y él no tiene nada que hacer con eso. Espero que sigamos teniendo la misma relación amable y amistosa que cuando se quedó aquí durante aquellos días en los que estaba pasándolo mal.

—Muy bien, hija. Te comprendo perfectamente —determina mi progenitora empezando a apilar las camisas—. ¿Y qué vas a hacer esta noche?

—Seguramente me pondré en el sofá a ver alguna película —respondo y ella frunce los labios, asintiendo. Arrugo el entrecejo y pongo los brazos en jarras—. Suéltalo ya, mamá.

—¿Yo? No tengo nada que decir —exclama bajando la mirada y sonrío torcidamente.

—Me estás mintiendo. —Canturreo y ella se ríe.

—¡Vale! —admite y suelta la camisa dentro de la maleta—. Va a haber una fiesta de la discográfica de Félix para anunciar algo muy bonito y, como tú ya no trabajas con Sherwood, podrías venir conmigo. Fran tiene turno de noche y no me gustaría ir sola.

Le alzo una ceja y ella me sonríe ampliamente.

—¿Qué van a anunciar?

—Es sorpresa.

—Va a estar él, mamá.

—Bueno, ¿no me acabas de decir que quieres mantener la amistad con él? No te importará su presencia porque es tu amigo.

Enamórate de mí. (NTEDM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora